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martes, 7 de octubre de 2014

Los merodeadores de los sueños

“Esos futuros hombres se irán extinguiendo, sintiendo su vacío
y su oscuridad interna, llenos de terror y locura”.
Isaac de Vega




Isaac de Vega
Los merodeadores de los sueños, eran en esta ocasión, unos hombres altos y fornidos, sin embargo yo no tenia ojos sino para mi cerveza y para la televisión que emitía algo intrascendente pero no inocente , un contenido televisivo como todos, cargado de ideología, dirigido a que la población no piense y añore cosas que no necesita.
Tomaba mi cerveza en una taza gorda de cerámica, de esas de café con leche, me negaba el vidrio del vaso o la copa como castigo auto infligido, nada inocente tampoco. 
Brindo con mis amigos invisibles y tomo un trago, me doy cuenta que había olvidado a los orishas busco con la vista una esquina, me dirijo hacia ella pesadamente, y derramo un poco de cerveza que borbotea como agua oxigenada sobre una herida abierta, los orishas andan sedientos esta tarde, igual que yo, tomo otro sorbo y vuelvo a sentarme en mi mesa de trabajo sin quitar ojo de los merodeadores que empiezan a diluirse sin que los haya podido atrapar ni en dos ni en tres líneas de texto, solo sé que son hombres, fornidos y altos, que están aquí sin duda porque anoche estuve soñando con Isaac de Vega que murió en febrero, el patriarca fetasiano de las letras canarias, que no le servían los moldes de su época para escribir novelas o cuentos y tuvo que inventar su género ensimismado propiciado por la Isla, que aísla y protege al mismo tiempo del escaparate mediático, y le permite vivir en el claustro materno de Fetasa (1975) la isla amamantadora que le deja mirar a través de los falsos soles de Parhelios (1977) y en su liquido amniótico nadan niñas pálidas con venas marcadas y ojos azules conocidas también como flores del viento Pulsatila( 1988) y las dunas traen rumores del desierto y un cansancio de más de 1500 años, del falso sol, seres extraviados en la isla, asombrados sobre todo de sí mismos Tassili (1992). Ingente su obra, escribió toda la vida para si mismo.
Y puede que estos merodeadores me visitaran porque su hija María Teresa de Vega escribió un libro que no he leído aún que se llama «los merodeadores de orilla», tal vez asociando ideas, anoche en mis sueños me entero que ha muerto Isaac de Vega y al despertar solo quedaban estos merodeadores, en su momento no me atreví siquiera a dar mi pésame a su hija, nunca le comenté como observaba a su padre cuando le veía pasear por La laguna, como un anciano más, con un gastado suéter de punto, caminando despacio y mirándolo todo, casi todos veían un viejo que paseaba solitario, pero era un escritor , un cronista de realidades paralelas, me decía a mi misma ahí va Isaac de Vega y no podía dejar de sentir cierta vanidad por conocer algo tan inconmensurable y que la mayoría de los viandantes con los que se cruzaba desconocían.
De ahí vendrá supongo la visita de esos merodeadores, nada dijeron y han quedado impregnados en las horas del día justo hasta ahora que la tarde declina y parece que se diluyen como un agua marina.



Juana Santana

miércoles, 24 de septiembre de 2014

...Unplugged, Regina Zerené

https://www.dropbox.com/s/jiqfkts2qs7bige/ReginaZ.Recopilaci_n2.pdf?dl=0





Publicación  digital
El Loquinario | Sta. Cruz de Tnerife

  

Respondiendo a una petición del Loquinario y dándose la circunstancia de que llevaba tiempo con la idea de volver a escribir, Regina Zerené, nos regaló en su momento, noviembre de 2011, su primera aportación literaria, “Tras la puerta” a la que siguieron una serie de cuentos cortos ofrecidos también generosamente a nuestro espacio virtual. Hemos hecho una compilación de todos ellos esperando que les entretengan, les diviertan y les emocionen, están escritos con una gran dosis de honestidad y maestría, en cualquier caso les instamos a escribir o enviar sus opiniones.


martes, 26 de agosto de 2014

Adiós agosto, adiós

"A mi me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz."
"Rayuela" :  Julio Cortázar


Se va agosto, las calles hasta ahora vacías de Santa Cruz empiezan tímidamente a recobrar la actividad, alguna gente regresa de algún viaje, de alguna negación, de algún abandono o simplemente de pasar días enteros en casa en pijama, la situación no permite veranear como en tiempos que parecen muy remotos, ha hecho mucho calor este agosto, se aprueban las prospecciones petrolíferas en nuestras playas, se lanza el globo sonda del pucherazo electoral para las próximas municipales, el supermercado no pone el aire acondicionado ni contrata personal extra para suplir a quienes se han ido de vacaciones y las colas en la caja son tan largas y calientes como las de "la autopista del Sur", de Cortázar:  «Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, ...» se cumple el centenario de su nacimiento y veo un documental en el que aparece él contando cosas de su infancia, de Buenos Aires, de París o recitando ese cuento inefable de la gota de agua, que se aferra a la ventana de madera, en un día lluvioso del París cortaziano, habla también de Nicaragua y su compromiso personal con los pueblos que luchan contra el imperialismo, han pasado veinticinco años desde que se rodó ese documental, poco antes de su partida, habla con ese acento singular porteño-francés y sus palabras vibran como la panza de la gotita de agua aferrada a la madera. Tal vez este agosto más que nunca me hace falta Julio, para llorar juntos aunque fuera en la distancia geográfica, la muerte de todos esos niños asesinados en Palestina, por los mismos asesinos que pagaban la Contra en Nicaragua y los condenaban a gastar sus fuerzas en luchar por su independencia como pueblo en lugar de hacerlo en desarrollo, allí estaban pasando cosas entonces y tú los visitabas cada año, puntualmente, y les daba voz internacionalmente con una honradez intelectual que ya quisieran muchos tener.

Este agosto en Palestina parece que solo hay muerte y desolación pero detrás también hay un pueblo que resiste, sé que lo dirías si estuvieras a este lado del espejo ahora mismo.

Qué rápido pasan cien años cuando se trata de alguien como tú que tiene la particularidad de estar hecho del mismo material que el tiempo, ese constructo tan discutible, y qué rápido ha pasado este verano, entre los discursos triunfalistas que llegan desde el Poder y la realidad de un país muerto, hueco por dentro, como un cadáver al que las hormigas han devorado toda la materia dejando solo la piel, como el último de los Buendía, cuyo feto: seria arrastrado por las hormigas en medio del patio, profecía que abre y cierra "Cien años de soledad", otra obra que junto a "Rayuela" reposará siempre en el anaquel de los imprescindibles para toda la eternidad, de tu amigo Gabo, otro ser hecho de la misma materia que el tiempo como tú y que nos dejó este año, aunque no fue en agosto sino en abril.

España está igual de muerta y de hueca que el feto de los Buendia y no por culpa del incesto sino por la corrupción, la ignorancia cerril y la intolerancia frente al progreso, que afectan por igual a los tres Poderes que vertebran la Constitución y que dura desde antes de la misma.

Adiós agosto, adiós, que te vaya bien, y vuelve el próximo años con un poco más de esperanza para la gente machacada que sufre este castigo, como si hubieran fornicado hermanas con hermanos procreando un feto maldito, pero los que hemos sido devorados por las hormigas somos la gente, y lo que arrastran las hormigas por la historia no es un feto sino «los nadie» que diría Eduardo Galeano.

Adiós agosto, adiós 

Juana Santana

miércoles, 23 de abril de 2014

Fragmento*

Foto: Pedro Torres
(...A veces, cuando me acuesto y me dispongo a dormir me viene a la cabeza la idea de la muerte, no como un peligro o un miedo a que me pase algo concreto en ese momento, sino como la única realidad que conocemos, esa idea me intranquiliza, me incomoda, me angustia, entonces me digo a mi misma que de nada sirve rebelarse ante los hechos consumados, eso y el sueño, me ayudan a pasar el mal momento.

La muerte es como esos camiones inmensos cargados de cemento, que te encuentras en las autopistas, van dejando una estela blanca y una nube de polvo contadora de historias de la nada, de lugares inhóspitos donde hombres cansados y desaliñados descargan toneladas de cemento para construir ciudades o carreteras, lugares solitarios, secos y rodeados de alambradas y polvaredas, los intuyo ansiosos y un poco angustiados por haber terminado haciendo esta vida y no otra más respirable.

Otras veces, la muerte, te toca con los nudillos en la ventana de la duermevela para recordarte que es ella la única, la verdadera reina de la Creación, la que te ha acompañado desde tu nacimiento.

Observar a la gente bebiendo sola en los bares, al tiempo que mete monedas de manera convulsiva en las máquinas tragaperras, me producen la misma ansiedad que los camiones, almas en pena en transito por esta vida, anónimos, fracasados. Esta antesala de la muerte para ellos es un verdadero infierno, donde no pueden dominar sus impulsos, no tienen quién les escuche, en realidad se retuercen de dolor pero nadie parece verles.

También está la vieja demente que se sienta cada tarde en la plaza, frente al parque donde juegan los niños,repite continuamente: «soy vieja y caprichosa, soy vieja y caprichosa», Su marido un viejo que conserva aún su cordura la acompaña, recrimina y cuida como si fuera una niña pequeña.

Observo desde mi mesa en la terraza del bar, tomándome una cerveza, todo este ir y venir de dolor con la soberbia y autosuficiencia que me da mi autonomía o esta tregua que he firmado con la muerte, me va a permitir tomar nota de todas estas cosas y contarlas, de la manera más bella posible, el dolor humano a veces tiene una belleza brutal, ¿será lo que subyuga a los poetas? me gusta pensar que en el fondo siendo la más errante de todas las almas solo permanezco aquí impasible ante este dolor tomando una cerveza porque se me ha encomendado contarlo.

Mi tesoro está en la caja de las lavativas anales, en la balda más baja de la librería, la construí con una caja de botas altas que me encontré en la basura, me gustó porque era lo suficientemente grande como para hacerle un doble fondo, debajo el tesoro y arriba una pera de agua y un frasco blanco que solo contiene agua, la pera nunca la utilicé realmente, solo tiene un papel disuasorio por si vienen a registrar mi cuarto cuando no estoy, no me fío ni un pelo de mi casero, seguro que es de los que husmea en las habitaciones de sus inquilinos cuando salimos, él vive allí y no tiene más ocupación que cobrarnos el alquiler, hacer labores de mantenimiento y especular sobre nuestras vidas, aunque de este extremo no estoy convencida, el asco y la repulsión que puede producir la sola palabra lavativa es una garantía de que Pablo, el casero, no pondrá sus manos en mi tesoro.

Fue muy amable conmigo cuando le alquilé la habitación, es un hombre espigado, puede rondar los sesenta años, me lo encuentro en plena bajada en el escalafón social, seguro que se crió en lugares mucho más lujosos que este mamotreto gris, esta es su caída del cielo de los privilegiados al mundo real. A pesar de su ocupación actual, hospedar a seres errantes y solitarios que no pueden permitirse nada mejor y que poca gente echará de menos cuando se mueran, se ve que en otro tiempo frecuentó lugares más glamurosos.

Racismo, clasismo, son actitudes que se esconden tras un ligero barniz de modernidad y anchura de miras, afloran al primer golpe de aire, ante la más leve amenaza de usurpación, ante la más elemental reivindicación de igualdad en lo profundo, a todo el mundo le gusta llevar a un negro, una india o un artista sin recursos a sus fiestas, infiere un punto de progresismo, un caché mundano difícilmente sustituible por una planta carnívora o un plato de insectos caramelizados.

He sido víctima de esas actitudes encubiertas en muchas ocasiones, en cuanto bajaba la guardia y empezaba a sentirme de verdad integrada en cualquier grupo humano de esta catadura, a pesar de que puedo pasar por una blanca burguesa, tarde o temprano acaban descubriéndome y teniendo hacia mi alguna actitud discriminatoria, hiriente, más o menos encubierta con alguna disculpa educada pero que mi sensibilidad extrema lo percibe aún antes de que suceda, desde que les está pasando por la frente la idea de excluirme yo lo estoy notando, es como si me clavasen un estilete en el corazón, pero a estas alturas solo molesta un poco al primer empujón, como los agujeros de las orejas cuando llevas tiempo sin usar zarcillos, duele un poco al ponértelos pero la punta afilada encuentra el viejo camino horadado, no es la primera vez que me clavan esos estiletes aunque a veces el hueco parece que se ha cerrado, sobre todo si paso tiempo en guardia y procuro no relacionarme ni crearme demasiadas expectativas de sentimentalismo con las personas, a mi nadie me quiere de verdad y eso es así, cuando hablo nadie me escucha con interés, no se cuando me convertí en anécdota, supongo que seria nada más nacer en el preciso momento que mi propia madre decide que yo seria una especie de hija de segunda categoría, relegada siempre frente al hijo mayor varón.

El silencio es la mejor solución pero cuando eres joven, inteligente e impulsiva difícilmente te callas, sin embargo qué descanso me procura el silencio en este momento de mi vida, cuantos años han tenido que pasar para aprender a callar.

Lo bueno de este hostal es que no tengo que hablar con nadie, es un edificio de dos plantas feo y rectangular, mi habitación está en la primera planta, un largo pasillo con tres habitaciones a cada lado lleva a un amplio ventanal al fondo desde donde se ve un jardín con una Ceiba majestuosa que permanece en aquél patio erguida desde hace siglos, sabedora de cosas.

Decía Alejo Carpentier que en la Ceiba no anidaban nidos los pájaros porque a ella no le interesaban los solos pífanos ni las músicas de cámara, sino las sinfonías de los vientos viajeros que le narraban la historia del mundo. ...)
JuanaSantana


*Fragmento de mi próxima novela, que aún no tiene titulo definitivo.

miércoles, 16 de abril de 2014

El Páramo


Foto:Pedro Torres
El miedo con el que te enfrentas al folio en blanco. Esa mezcla de cualquier cosa puede ser, la adrenalina que se dispara y las ganas de vivir. Sólo se escribir con el alma, sólo así puedo caminar.
A veces me sorprenden las dudas y me hacen reír, es divertido ver como en ocasiones me siento con derecho a dudar, como si toda la vida fuera mía, como si cada segundo no fuera una condescendiente concesión, un “agárralo ahora que puedes, no sea que mañana no tengas manos”… y yo me río. Siempre me río cuando tengo miedo, me ayuda, parece que así el amargo sabe distinto. No puedo evitar el dolor, eso no es posible para nosotros los humanos, así que visto mi rostro con la mejor sonrisa que tenga en el armario en ese instante, es lo más que puedo hacer, ¿qué menos?.
Camino por el páramo siguiendo la voluntad de mis pies, ellos saben más que yo, ya han andado mucho, no tanto en ésta como en otras vidas, yo no recuerdo nada y sólo me queda confiar.
Me alejo de lo que conozco, de mi, de ti, de mi casa, de tu casa, del caminito que recorrí todos los días buscando aventuras más allá de mi rincón. Mis calles, tus calles, todo aquello que nació y murió, o tal vez no, porque nada muere, eso dicen, yo ya no sé que pensar.
Mi mar, tu mar, mis montañas y las tuyas, también me las llevo conmigo allá donde vaya porque ya no se pueden sacar de aquí dentro, estarán para siempre en mi y eso no lo elegí yo, la tierra me eligió a mí, fue ella la que me trajo hasta aquí. Me ha visto morir y resucitar tantas veces que ahora que me marcho es ella la que sonríe.
Cada vez me duele más escribir… esta terrible manera de abrirme en canal…

Volveré.
Regina Zerené

martes, 4 de marzo de 2014

La onírica de los días

"Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños."
William Shakespeare  




Monumento al gato Parque García Sanabria
Entré por la puerta del gato y me eché a leer en el césped a la sombra de los árboles, quedé traspuesta inmediatamente, el murmullo del agua el sol y la lectura me hicieron desear una cama para descansar, qué sola tiene que estar mi alma para que al primer sopor, en las primeras hilachas de sueño busqué desesperadamente la compañía de mi madre muerta hace más de seis años.

Ella estaba acostada en una cama alta muy tapada hasta el cuello con el embozo y su pequeña radio debajo de la almohada, me acerqué y arrodillada le supliqué que se viniera a dormir conmigo a mi cama que me sentía muy sola, no se movió ni mostró el más mínimo interés, permaneció mirando hacia el techo con la mirada perdida escuchando la radio, distante como siempre había sido conmigo, yo tampoco insistí demasiado sin embargo en la siguiente secuencia, mi madre vino a mi cama a dormir a mi lado pero sin rozarme, sin hablarme, como si estuviera metida en una campana de cristal y solo pudiera verla, no me rechazaba, una madre nunca rechaza por completo a una hija, pero tampoco me daba calor solo me permitía verla junto a mi a través de un frío cristal, lo siguiente fue darme cuenta que me había quedado traspuesta en el parque, enfrente tenia la puerta del gato y detrás de los setos un grupo de guiris paseando con el mapa en la mano, la puerta del gato es una escultura de cemento , piedra , vidrio y varillas metálicas, está hecha con los planos donados a la ciudad de Santa Cruz por el conde de Noailles, poseedor de la obra original de Óscar Domínguez.


Me cansé de llegar tarde a todas partes, de vivir en un mundo de intuiciones, nadie me dijo que había plazos. Es mentira eso de que nunca es tarde, es al revés.

Yo siempre llegué tarde a todo, a los estudios universitarios, a los éxitos editoriales, al feminismo, a los antioxidantes, a los viajes, todo lo rocé apenas con las yemas de los dedos porque no los había visto sino justo en el momento que empezaban a desaparecer, y alargaba mi mano en un esfuerzo inútil para rozar todos esos paraísos, para percibir su textura, y ese gusto amargo en la boca del estomago, la angustia, la ansiedad.

¿Para qué nombrarlas?, ¿acaso si las nombro se evaporan?

Hablo y nadie escucha, ni siquiera en los sueños puedo sentirme escuchada, o más que escuchada entendida, abarcada, aprehendida.

Soñé con una pequeño espacio lleno de mujeres,y eran todas hostiles a mí, el habitáculo olía como el jabón neutro sin olor, eran mujeres pulcras e inteligentes, como mi madre, algunas salieron a fumar y desde el fondo de la calle aparecieron unos muchachos con actitud agresiva, discutían y de pronto se enzarzaron en una pelea cuerpo a cuerpo justo delante de nosotras, pude ver el miedo en algunos ojos de aquellas mujeres, la perplejidad en otros y la reprobación a la violencia masculina en la mayoría, yo conocía esa violencia, me era tan familiar como su encubierta hostilidad , su reserva o condescendencia para conmigo, también a esos cénaculos femeninos había llegado tarde.

Me crié en un patriarcado y tengo instrumento para soslayar la agresividad masculina, para lo que no tenia instrumentos era para gestionar el rechazo de las mujeres como yo, empezando por mi propia madre que nunca dudó, entre yo y mi hermano siempre tuvo claro si la obligaban a elegir de parte de quién estaba, opté por irme de aquél lugar, respiré hondo y me adentré en la calle sin mirar atrás, para continuar soñando en otra pantalla.

Es la onírica de los días, la única que me indica el camino de migas de pan para llegar a casa, solo la curiosidad de saber qué va a pasar me mantiene viva soñando.
Juana Santana

miércoles, 17 de julio de 2013

Mi gata te echa de menos


«Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.

Fragmento de Rayuela
Julio Cortázar 


 
En España andábamos en plena transición, indignados con la dictadura y asustados con el ruido de sables que acompañaba a todos y cada uno de los actos de reafirmación de nuestras libertades, al tiempo que esperanzados por primera vez con algo llamado futuro, constructo que nuestros padres nunca manejaron muy bien, asustados como estaban sobreviviendo a un presente sombrío y triste cuando no aterrador.
Se nos presentaba un futuro edulcorado y moderno envuelto en papel couché con mujeres enseñando tetas turgentes, sesudos análisis políticos de la actualidad o crímenes horrendos de la España profunda, destinados a poblar nuestras pesadillas y nuestras masturbaciones a escondidas de una Iglesia inquisidora, piedra de sísifo particular de cada cual, en una escalada cotidiana al cielo desde los más profundos abismos de la conciencia afiebrada por la moral y la superstición. Igual que ahora la religión castrante siempre al servicio del poder igualmente castrante.
Por aquel entonces la revista Lib se ocupó de formarnos en materia de sexualidad, y el periódico El Caso de los sucesos más sangrientos y morbosos.
España se llenó de cartelería electoral y mucha gente salimos de la clandestinidad a formar parte del voluntariado de una recién nacida democracia que había que llevar en brazos, con mucho esmero como corresponde a cualquier recíén nacido.
Leíamos mucho más que ahora y uno de los libros que nos íbamos pasando de mano en mano era Rayuela, recientemente ha cumplido cincuenta años, es más vieja que nuestra democracia y sin embargo sigue latiendo fresca como gotas de rocío en la cuerda del tiempo, con el perfume que tienen las palabras alineadas de forma que construyen universos únicos y perfectamente reconocibles por cada cual, y que a cada cual le evoca su propio olor, a saber el olor de la esperanza, del amor, del miedo. No necesita saber mucho más que el conocimiento que emana de Rayuela ni transitar muchos más senderos intrincados para aprehender que estamos vivos, desnudos y vulnerables frente al amor, la muerte o la lucha por los derechos y la dignidad.
En Rayuela también está la belleza, la poesía, el arte, la música. Es Julio Cortázar el hacedor de un mundo completo, con todo detalle y con absoluto conocimiento de la naturaleza humana.
Se cumplen cincuenta años de Rayuela y quienes la conocimos en plena adolescencia compartida, la nuestra y la de la novela, asistimos al desmoronamiento del mundo que creímos construir entonces, los reyes resultaron ser villanos, Roma si pagaba traidores y ningún político tuvo nunca los bolsillos de cristal como decía en aquel entonces Enrique Tierno Galván.
Es tan hermosa y perfecta Rayuela que han pasado cincuenta años y permanece fresca , lúcida y erguida en el solar de nuestra estupefacción.
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miércoles, 8 de agosto de 2012

EL FIN DEL MUNDO ( O RAMÓN ) La creación de los inventos primarios


NOTA DEL AUTOR

Las ideas plasmadas en este libro, son como simples fotografías mentales, captadas por mis sentidos al pasar por esta época. Escondiendo denuncias sobre el deterioro del planeta, que afectan a los seres vivos, incluida la raza humana, enumerando responsabilidades y exigiendo alternativas. Aunque la advertencia quizás llega demasiado tarde, confiemos en que no.
Es un libro de concepción totalmente automática e instintiva, con premoniciones, sueños y otras visiones. Imágenes intermitentes que se mezclan en un absurdo y mágico mundo, novelesco, caótico, contradictorio, utópico y programado. …“Estos Dioses Son Unos Descarados Su Fin Último Es Destruirnos” dijo Ramón. “O quizás quieren hacer del planeta un gran campo de concentración y exterminio” dije yo...
También puede ser el muro de las lamentaciones: Un libro puede ser el lugar a donde uno va a lamentarse. Como si un poder sobrehumano nos estuviera escuchando atentamente... Al mismo tiempo, profundiza desordenadamente en el estudio teológico, político y social sobre la auto-liberación humana, como única meta a conseguir.
En conjunto es una aberración literaria, confusa y contradictoria, como queriendo reinventar la escritura Zen, pero sin renegar de lo absurdo. Descubriendo ciertos poderes mentales, practicados ya ocho mil años a. de C.
El surgimiento de sensibilidad que se avecina, causa firme regularidad mental. (Patanjali)
Un rompecabezas de historias surrealistas enlazadas con aforismos trascendentales e inquietudes intimas, formando en su conjunto un panfleto dada contestatario. Cabreándome en mi intimidad y respetando mis sentimientos, como libre expresión artística o anti-artística, según se mire, liberalizada y exenta de miedo. ¡que miedo¡
La transformación a otra forma de vida existe, por el fluir de la Naturaleza. (Patanjali) Ese es el fin último (Escribí el futuro en un rollo de papel de los antiguos teletipos).
O sea, que parece que si los Mayas tienen razón, ¿el 24 de Diciembre de este año ósea 2012 nos trasmutaremos en haces de luz?
He estado años esperando acontecimientos para poder finalizar actualizado este libro y creo que es el momento de finalizarlo, empecé en 1972 bajo la dictadura y lo doy por acabado en Enero de 2012 bajo el imperio bipartito, Nada ha cambiado en estos años. Aunque este libro debería ser interactivo, es decir que las opiniones fueran interactivas y no fijas ya que las opiniones se hacen en el presente y en un futuro no muy lejano quedan desfasadas, por eso me ha costado cuarenta años actualizar este libro y ya digo que mañana estará desfasado...
El experimento era fusionar 4 libros en 1: El Fin del Mundo, Ramón, La Familia de los Ángulos Amorosos y Los 100 aforismos de Patanjali.
Manuel García Saiz
 
NOTA DEL EDITOR
  (Jeromm)
Este escrito se irá publicando por capítulos, su autor así lo desea, además, también quiere que este capítulo primero, lo puedan leer la mayor cantidad de gente posible pues según él es posible que pronto no haya nada que leer y se acabe de forma inesperada la civilización que conocemos, por si o por no, el escrito se conserva en un pergamino especial, protegido de las posibles contingencias o cataclismos que se puedan producir, por lo menos estará ahí cuando las futuras civilizaciones, desentierren los cimientos de el populoso barrio de este artista tan previsor. Dado que el autor tiene la mala costumbre de comer, pues, ha creído conveniente que  los próximos capítulos  los ofrecerá por una modesta  cantidad,   (1 €uro).  Intentaremos publicarlos  cada quince días.
Aparte de toda la cuestión estratégica y pecuniaria, debemos decir que este escrito les resultará como mínimo sorprendente, espero que les entretenga y divierta durante su lectura y que por lo menos nos haga viajar un poco y separarnos de esta realidad que parece más catastrófica y surrealista que cualquier narración que se precie... 

domingo, 27 de mayo de 2012

Mudar de piel para habitar el mundo extraño de los otros.


 Porque Rodrigo Tarazona a pesar de su corta edad ya es consciente, ya sabe que habita en un mundo lleno de injusticias, despropósitos, contradicciones y maravillas y que eso no es gratis sino que conlleva ciertas dosis de dolor, de desencanto y también de esperanza y resurrección.
De ahí lo de las mudas, lo de la necesidad de escapar porque ecdisis viene del griego ἔκδυσις y significa huida, evasión, y en zoología se usa para nombrar a la muda de los artrópodos, esta muda del esqueleto externo cada cierto tiempo, es una característica común a todos estos animales.
Ya sea por la primera acepción de la palabra , huida, evasión, o por esta segunda tan curiosa como extraña , Rodrigo muda continuamente de piel y se entretiene...

Me entretienen
los escaparates alucinantes
de mi tiempo.
A veces,
muero
sin saber
que he muerto incansablemente,
un poco...Un poco.”
Se hace preguntas para mi gusto demasiado profundas para alguien de su edad, creo que al Rodrigo de veinte años le habita un viejo poeta, que vive y se asombra del cuerpo tan joven e inexperto que lo contiene por eso...
Mi humanidad
es
impredecible…
Que desorienta,
que desconcierta
y es rebelde,
bravía,
como una lluvia de verano.”
Muda de piel, se evade, huye porque no le gusta lo que ve, cuestiona el mundo tal y como se lo presentan, no es ni por asomo el mundo ideal para vivir la pasión y el amor que le apremia, es el tiempo de amar con desesperación, quién no lo haga en este tiempo donde se estrena piel y cuerpo y vísceras no lo hará nunca e irremediablemente se perderá ese elixir existencial del amor, la pasión y los versos.
Para Raquel.

Noche apacible
de cansancios
excesivos,
como arrasan
estas
horas de sudor y frío,
de cansancio
sencillo
mis jóvenes huesos,
tiemblan al
pensar…”
Al pedirle que me enviara una breve reseña curricular de si mismo para ilustrar este trabajo, le costó hacerlo, es remiso a hablar de sí mimo fuera del contexto poético, donde lo hace con absoluto descaro.
Alguien
se burla
y a veces,
muy con miedo,
cuando reviso
la lista
de mis amigos y enemigos
a veces,
me pregunto
si él,
quien
no me toma en serio,
no
seré, tal vez
yo…”
Se muestra mucho más tímido en la reseña que me envía y me cuenta que : “Me llamo Rodrigo Siddharta Tarazona Pedreros. Nací un 20 de Septiembre de 1991. Me considero un chico de lo más simple, con algunas ideas poco convencionales y creo que algunas personas me pueden llamar loco.”
Alguien estuvo inspirado al poner Siddharta de segundo nombre a Rodrigo, no cabe duda es un nombre que imprime el marchamo de poeta visionario, y Rodrigo sin ninguna duda lo es.
Cuando habla de sus lecturas se muestra mucho más desenvuelto y nos cuenta que : “De lecturas favoritas, me inclino más por la ciencia ficción. Leyendo muchos libros de autores de calidad, como Robert Arthur Heilein, Isaac Asimov, Stanley weinbaum , Clark , Ray bradbury , entre otros . Creo que mi referencia máxima vendría ser el Doctor Laurence J Peter, por sus ideas sobre la incompetencia humana y todo lo allegado a eso. Escribo poemas, aunque aún no me considero un poeta.”
Y hace bien en no considerarse un poeta, le queda mucho por hacer y decir, recién inicia este Siddharta su camino, les invito a disfrutar la misma manera que he disfrutado yo del nacimiento de un poeta.
Juana Santana
             Puede acceder al poemario y descargarlo gratuitamente, en PDF
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lunes, 23 de abril de 2012

La literatura y la llave mágica de los sueños



Sin duda la llave mágica está en los sueños, es la llave que te abre la puerta del tiempo, ese espacio eterno, e intangible sobre el que nosotros habitamos en un período muy delimitado y finito que hemos dado en llamar vida y así es, nuestra vida es una percepción real, aquí estamos, sufrimos, amamos, reímos, envejecemos y morimos, lo que no es real es la sensación de que el tiempo pasa, no, en absoluto, el tiempo no pasa, pasamos nosotros en ciclos aleatorios, personales e intransferible, nadie sabe cuánto tiempo va a vivir, tiempo contado convencionalmente y que se ha parcelado de manera artificial en segundos minutos, horas ,años, días, semana etc.
No es esa la única ilusión en la que vivimos inmersos sin darnos cuenta, mucha gente cree que la única realidad que existe es la que puede ver y tocar, cuando esa realidad no solo no es la única sino que es una realidad muy pobre, si nos aferramos a ella nos volvemos torpes emocionalmente y cometemos fallos garrafales que normalmente se pagan con dolor del bueno, ese dolor de alma tan difícil de mitigar.
Hoy estaba pensando después de ver un documental en la televisión donde hablaban del descubrimiento del hombre de flores, un hombre pequeñito como un hobbit, que habitó en la isla de Flores en Indonesia hace unos siete mil años, y por si esto fuera poco hablaban también de otro descubrimiento que habían hecho casi al mismo tiempo, un gigante cuyo paso por la tierra fechaban aproximadamente en la misma época que el anterior hobbit, este último fue hallado en China. Ante esto tengo que rendirme a la evidencia, los hobbit y los elfos existieron y J.R. R. Tolkien lo sabia.
Me resulta más fácil de creer que toda la obra literaria de J.R.R. Tolkien le fue revelada mediante los sueños, que efectivamente imaginar una mente humana capaz de inventar el mundo como una especie de dios, creando criaturas, ríos, montañas, ciudades ciénagas infiernos lenguas y arquetipos psicológicos, un mundo en definitiva no muy distinto del nuestro en cuanto a los dos pilares fundamentales que sustentan la vida, a saber, el bien y el mal y su combinatoria azarosa que causa no pocas vicisitudes a la especie humana.
Es cierto que el escritor británico era un hombre muy sabio, pero aún así, me cuadra más pensar que él posiblemente mediante el sueño, que es el momento más idóneo para ello porque nuestra terca racionalidad ofrece menos resistencia a otras realidades, en ese momento de abandono del ego cuando están todos los canales de la percepción abiertos, recibió toda la información necesaria y pudo escribir sus obras magníficas, que nos hablan de como era la tierra antes, con esos seres fantásticos, donde elfos, duendes, hobbits, caballeros negros, orcos y trolls luchaban cada uno por imponer sus criterios o lograr sus objetivos; igualito que ahora, nada ha cambiado tanto después de todo, seguramente ese mundo fantástico sigue existiendo en este instante pero en otra frecuencia de la cuerda diferente a esta en la que estamos ahora.
Del mismo modo Julio Verne en pleno siglo XVIII vislumbró cosas tan increíbles como la televisión o los viajes espaciales, el submarino etc.
El viaje de Verne fue a la inversa del de Tolkien, él viajó al futuro y vio cosas que ninguna mente de sus coetáneos hubiera podido ni imaginar y ¿por qué? Pues no cabe duda que Julio Verne era un hombre de una curiosidad intelectual insaciable, leía todo lo que cayera en sus manos de divulgación científica, además de poseer sensibilidad para la poesía y el arte en general, pero nada de esto es suficiente para explicar su clarividencia y como pudo adelantarse a su tiempo, ver y plasmar el futuro de esa manera tan exacta no es posible sin una revelación, sin ese adentrarse en otra frecuencia de la cuerda y penetrar en otra realidad, a mucha gente le ocurrirá pero solo algunos son capaces de contarlo después.
Y les guste o no los únicos seres capaces de volver del trance y recordar lo visto, ordenarlo, darle cuerpo y construir historias que después son legadas a la humanidad en forma de libros, somos los escritores y las escritoras, me incluyo orgullosa en ese grupo porque yo siempre defendí la preexistencia de los libros en otro plano, y el papel del escritor como mero demiurgo del que se vale la obra para ser creada.
Los libros laten en la cuerda como gotas de rocío temblorosas y frescas, esperando nada más el sueño que los revele y le de sentido a su existencia, naciendo para ser leídos y compartidos.
Del mismo modo defendí también la no existencia del tiempo, al menos del modo convencional como lo hemos definido hasta ahora, es posible que todas esas verdades me hayan sido reveladas en mis sueños, y cierto es que los recientes descubrimientos científicos tienden a volver a formular muchas cosas que parecían inamovibles, una de ellas el concepto del tiempo.
Quién le iba a decir a George Orwell que su Gran Hermano iba a ser una realidad, que la humanidad conocería un tiempo, donde el ojo que todo lo ve entraría en nuestras parcelas más intimas para vigilar y controlar nuestro pensamiento, La televisión preside nuestras casas y elabora lo que debemos pensar en cada momento.
Los libros son los únicos que de verdad escapan a ese mundo terrible y Orweliano en el que vivimos sin percatarnos, porque la literatura se gesta siempre en los sueños y nos nace para ayudarnos a comprender la magia de la vida.

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viernes, 30 de marzo de 2012

ELOGIO A MUJERES CON GAFAS DE LUNA








Queridos e inexistentes amigos/as
Les recomiendo la lectura de esta obra por muchas más razones que las siguientes:
Empezando por el título «Mujeres con gafas de luna», más que una metáfora, es una fractal de Mandelbrot, una fuente, un manantial, un surtidor de metáforas… ¡qué espléndido! ¡qué abismático! Su magnífica portada, ideográfica, sintetizadora, sugestiva, para mi, significa "Kultura Popular Kanaria". Una perla que no debe pasar desapercibida es la dedicatoria del libro «a los arboles», qué nivel!...
Si nos centramos en su rico contenido, creo que «debemos esperar lo inesperado, sino no lo encontraremos» (Heráclito); particularmente, paso a hacer unos humildes comentarios, dada mi abundante ignorancia, escasa inteligencia, minúsculo, agujerado y fragmentado conocimiento, y, mi, cada vez más, gran ociosidad.
¡Alerta!, aviso para navegantes, os advierto y apercibo, de que para mí, este libro es una verdadera «obra de arte», es la obra culminante de la autora y como tal, imposible de abarcar en todas y cada una de sus facetas (sin menoscabo de lo que pueda seguir escribiendo en el futuro).
El que busca a un sabio, tiene que serlo el mismo antes (Empédocles)… yo no lo soy… que pena…
Esta obra corta, que se lee muy a gusto en un par de horas, como cualquier otra obra de arte, a mi juicio, conecta cada uno de los elementos, objetos, personajes y conceptos de los que trata, con el resto del Universo, como la vida misma, todo conectado con todo. Todo lo cual dificulta enormemente su crítica o comentario sin dañarla. Su autora mediante un nexo mágico, plasmático, no visible, “no tangible”, deja todos sus elementos interconectados y formando parte de la realidad intemporal en la cual inmediatamente quedamos dulcemente atrapados; nos hace revivir las reminiscencias que en algún lugar se esconden, tal vez, en nuestras «células madres» y en sus genes, que como canarios poseemos, queramos o no…
He oído comentar que este libro es la historia de una mujer joven, a otros, de una mujer mayor, a otros, de una niña en que la autora se auto-identifica, ¡qué disparate!, respetable, pero disparate. Qué difícil y falso es comentar un libro, criticarlo, entenderlo, resaltarlo, cuando se hace por compromiso, donde se oculta lo que verdaderamente se siente y se disfraza o dice, pobremente, lo que conviene, lo que interesa. Creo, por suerte, que no es mi caso.
Conozco menos de lo que quisiera a su autora; pero, ya en el relato «Nunca me regalaste una flor», un libro duro, emboscado, durísimo, crudo, desesperado, cruel si se quiere, pero lúcido, sufrido, padecido y vivido; en ese entonces me encontré sorprendentemente con un «diamante en bruto», nada más, pero, nada menos… Ahora en «Mujeres con gafas de luna» me encuentro ese diamante con luz propia, refulgente, iridiscente… culminado…
A mi escaso juicio, veo en la autora, una «rebelde», que se «rebela» (no quiere obedecer) con todas sus fuerzas; ya casi agotada, defraudada por las innumerables luchas entabladas, la mayoría, como no podía ser de otra manera, perdidas o fracasadas; pero aún con la fe, la fuerza y el brío suficiente del que no desiste… del que resiste… de la que se resiste… porque se sabe poseedora de un alma indomable y conocimiento no científico, no cuantitativo, no demostrado, pero sí intuitivo, real, verdadero, auténtico… Por supuesto, no presume de su saber, pero se lo curra y lo defiende hasta el final, con el último hálito o aliento de su pluma...
Si leemos la obra, atenta, sosegada y placenteramente, pronto caeremos en la cuenta de que, tal vez, se pueden añadir o quitar algunas comas, añadir o quitar alguna palabra, pero, la esencia, su sabor, su olor, su calor (un pensamiento imaginario como todas las «cosas», siguiendo a Descartes), su «mensaje social» vertebrador, permanecerá firme e inalterado, atravesando nuestra mente como una flecha a su propio blanco.
La fantasía de la autora, su imaginación, «casi» real, «mejor que real», pues sintetiza portentosamente muchas realidades y las pone a nuestra disposición, permitiendo revivirlas, haciéndolas parte de nuestro propio acervo, de nuestras propias vidas. Creo que en un «mundo actual» desbordado por todas partes con la ingente «información», necesitamos urgentemente autores que «entiendan» y nos sinteticen el abismático mundo en el que vivimos.
Al intentar comentar el libro, me siento desbordado, es totalmente increíble, que en «casi» cada página encontremos valiosísimas perlas, útiles para nuestro conocimiento, formación y disfrute. Por poner uno de tantos ejemplos, en algún momento, de repente, con sublime perspicacia y profunda psicología, la autora nos presenta “una «paradigmática sonrisa», inmune a la medicación, a la alopecia y a la obesidad que tiene el poder de imantar a las personas”. Y así, incontables perlas, hasta «casi» el infinito…
En «casi» cualquier página, por no decir en todas, con innumerables y geniales metáforas, la autora va “desgajando” historias que se entremezclan sutilmente; abriendo a su vez, magistral, esquemáticamente, otras innumerables historias, que el lector se verá obligado, como en una especie de entrenamiento deconstructivo, a construir desde su propio interior, recorriendo y vivenciando sus propias respuestas y experiencias, desde una nueva perspectiva, entrecruzándose al mismo tiempo, con las directrices marcadas por la autora. Después de leerla ya no seremos los mismos de antes… además unos nuevos seres, algunos anónimos, se entrecruzarán y nos acompañarán formando parte de nosotros, de nuestro conocimiento social… Pancho, Feder, la niña, Joaquín y doce más…
A la vuelta de una página inesperada, nos sorprenderá una «lágrima impertinente» propia, pero de placer, porque sentimos con dulce y paralizante añoranza, que «Joaquín» nos abraza en nuestra tierna infancia, sentimos su calor, sus rudos brazos de campesino que apretuja nuestra infantil ingenuidad, nos estrecha contra sí mismo.
…¡Mira la hija de puta!...
Creo que es una superlativa ingenuidad, pensar que la autora se identifica con alguno/s de los personajes. La autora con un magistral toque, esquemáticamente, en dos pinceladas, nos muestra los rasgos sintéticos de los caracteres profundos de la personalidad de los protagonistas (16 en total), facilitando o, tal vez, forzando a que, seamos nosotros los que terminemos de reconstruirlos con nuestro propio bagaje mental, permitiendo y provocando que se sumen a nuestra propia experiencia. 


Más que la importancia de los personajes, que entran en escena en el momento justo para enhebrar la historia e inmediatamente vuelven a desaparecer; yo resaltaría la relación que queda establecida entre ellos, «casi» cotidiana, pero como la realidad misma, profundamente azarosa y mágica, para el que sabe entenderlo. Creo no equivocarme mucho, afirmando que para la genial autora, los verdaderos protagonistas de la obra somos «cada uno» de nosotros, sus lectores.
Por tanto difiero de aquellos que piensan que el libro está hecho y va dirigido a mujeres (¡que absurdo!), o siquiera para entender a las mujeres; sería un reduccionismo innecesario. Detesto los beatos. Siempre me han parecido insoportables las beaterías, tanto los beatos de la virgen de Candelaria, como los beatos de la Cultura, de las Matemáticas o del Feminismo. Sin apropiarme de los derechos, pienso que este libro recoge una Historia con mayúscula, una historia como tiene que ser contada con sus circunstancias y perspectivas, la de la propia autora insospechada y formalmente objetiva. “Hay tantas realidades como puntos de vista, el punto de vista crea el panorama”(Ortega y Gasset). Además, es una dolorosa Historia Canaria, lagunera, de una inmune «casi» Medieval Laguna, y paradójicamente, de noche, tal vez, ultra-moderna y actual.
Con personal visión metafórica, nos muestra los paradójicos y traumáticos errores cometidos en «Nuestra Historia Canaria», recientísima, casi presente, actual; destaca algunos «abusos» ocasionales, o atropellos esporádicos, pero por encima de todo y sobre todo, resalta los verdaderos abusos que son, nada más y nada menos, que los «usos» cotidianos, o sea, los que han degenerado y se han convertido en uso habitual, y que se siguen cometiendo día tras día, en nuestra triste e indolente sociedad canaria, sin que la mayoría, repare en ellos, y se rebele contra toda obediencia cómplice: político, económica, religiosa, social o jurídica.
Visto lo ciego, sordo, frío e inerte que somos como humanos, con las escasas y curtidas fuerzas que le quedan, defraudada en no pocas luchas, en intentos de descuartizamiento de la realidad y de sí misma (“Nunca me regalaste una flor”), ahora por último, más macerada, recogiendo los mil trozos y pedazos, nos ha fabricado psicológica, literalmente, con mucho esfuerzo, y lo que es de agradecer encomiablemente, «con mucho cariño», unas «gafas de luna», para que podamos humanizarnos un poco, para que, al menos de vez en cuando, y todo lo a menudo que queramos, nos las pongamos y nos atrevamos a ver la realidad tal y como es; para ver y mirar de otra forma, auténtica; la realidad de tu sociedad, de tu abuelo, de tu madre, de tu hermana, de tu amigo, y principalmente la nuestra, la realidad propia.
Ahora, preñada de experiencias, vivencias observadas con fino tiento, con paciencia infinita, intenta advertirnos por enésima vez, «que no», que las cosas no son como las estamos diciendo, como creemos vivirlas, que la realidad es otra. Disfrazada de musa nos chilla sorda, cariñosa y silenciosamente; sopla suave, sensualmente en nuestra oreja, en nuestro hipotálamo, para que despertemos de una puñetera vez y no andemos en la somnolencia de los medios de comunicación, abstraídos y apegados a nuestro egoísmo inmediato donde todo se compra y todo se vende, apoyado y basado en la inculcación del miedo por los poderes de siempre: económicos, políticos y religiosos… A los cuales, por supuesto, no les gusta las Gafas de Luna, y desde su «avaricia insaciable» dicen, que son inexactas, exageradas, antisociales…
A pesar de las numerosas cicatrices, huellas de sus innumerables batallas a lo largo de toda su vida (existen indicios razonables de que no solo literariamente) la autora sigue abriéndonos un hueco en su humilde mundo despedazado, junto a su regazo, prometiéndonos verdadero calor humano, y sin perder del todo la esperanza, como Don Quijote, “…magos y duendes podrán arrebatarme los honores y las riquezas, pero jamás el Valor para la lucha”.
Me ha satisfecho mucho la profusidad del «vocabulario canario popular» presente a lo largo de todas las páginas, preciso, certero y bien ejecutado. ¡qué placer!

Al menos en Canarias, creo que el verdadero sentido de la palabra «mago» se utiliza para hacer referencia a una persona poco culta, en el sentido academicista, rural, campesina, y no pocas veces, muy a mi pesar, se le da el sentido de paleto, ignorante, bruto, ingenuo, tonto, bobo… La autora ha sabido de manera sublime, sintética, entrar en lo profundo de la psicología del verdadero «mago canario» y enaltecer sus profundos valores éticos y morales, sentimentales si se quiere, y superponerlos a una altura inalcanzable para los academicistas o doctos en la ciencia… constructos como el «amor» y el «sentido de la vida» son genialmente tratados desde esta perspectiva.
Hay personas que leen, según propia opinión e ignorancia, para pasar el tiempo, y por lo general prefieren libros largos y pesados, como siempre respetable; en mi opinión es mejor leer para: vivir, disfrutar, conocer, sentir, por eso estimo y resalto, «muy mucho» la brevedad y síntesis de esta historia y comparto con B. Gracián “Lo bueno si breve dos veces bueno, y lo malo si corto no tan malo”.
Al igual que hay libros preferentemente infantiles, a mi entender, este es un libro preferentemente para adultos (desde el final de la adolescencia a la vejez). Para los primeros será una fantástica historia canaria, lagunera; luego, poco a poco, a medida que avanzamos en la edad de los lectores, y vamos sumando experiencia, en la lectura de la obra, irán apareciendo, figuras «casi» fantasmagóricas, rasgos de personalidad y carácter, cercanos, conocidos; dimensiones metafísicas del «tiempo» real y movedizo; el rico léxico de palabras «casi» olvidadas, de la cultura popular, que traen a nuestra memoria magníficos recuerdos perdurables; verdaderos cifrados, y descifrados, de la vida misma (esa gran desconocida).
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo (Ortega y Gasset). Pienso que contribuyendo, fomentando, difundiendo la lectura de este libro, me beneficio a mí mismo, crezco, me formo, al reconocer mi propia cultura, mis propios valores, mis propios principios. ¡Qué fácil es defender, elogiar lo que verdadera y firmemente se cree!
Podría estar escribiendo páginas y páginas comentando las numerosas y valiosísimas joyas que posee esta obra de arte, o tal vez, las luces que se encendieron en mi, con la hermosa lectura de “Mujeres con gafas de luna”, pero me resigno con una triste página, que sigue creciendo, convencido de que “Toda palabra dice algo más de lo que debiera y también menos de lo que debiera expresar” (Ortega y Gasset)
Qué triste y miserable es un pueblo, que no reconoce a las personas que luchan por sus bienes o acervo cultural. Creo que ya lo decía Nietzsche o Napoleón (no me hagan mucho caso) “La grandeza de un pueblo, no está tanto, en tener hombres y mujeres fuertes que luchen y defiendan su identidad, sino en que sus gentes sepan reconocerlas, estimarlas y seguirlas.”

Cesar Mesa


La Candelaria de Adeje

                                                                                                  Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

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