domingo, 27 de abril de 2014

Regina Zerené: otro talento que se nos va de la Isla


Foto: Pedro Torres
A veces los refranes no son sino una justificación interesada de la desidia, de la injusticia o de la ignorancia, Anoche en el Búho bar de La laguna se cumplía el más estúpido e injusto de todos, aquél que dice que: «nadie es profeta en su tierra».

Regina Zerené no fue profeta anoche a pesar de que a quienes tuvimos el buen gusto de estar allí nos mantuvo clavados en el asiento sin parpadear durante más de una hora mientras hacia magia y juegos malabares con su voz, compinchada con Alex Altamirano ,el guitarrista que la acompañaba poniendo el alma en cada nota, no se si es habitual ver sobre el escenario artistas del calibre de esta mujer del renacimiento, que escribe sus letras compone su música y canta como los mismísimos Ángeles y que el próximo mes se nos marcha a México, lugar donde no me cabe duda que la sabrán tratar y respetar mucho mejor de lo que lo hemos hecho sus compatriotas.

Tengo que decir que el Búho bar se ha convertido en un McDonald de la música en vivo:

programan dos actuaciones en una noche no dejando margen ni tiempo a la gente para salir de la burbuja, en la que nos habían atrapado los músicos, tuvimos que colisionar de golpe con una realidad demasiado sórdida sin anestesia ni paliativos, arrearon al público y a los músicos, como si de ganado se tratara, para dejar sitio a otra remesa de público y de músicos totalmente diferente, con una gañanía intolerable.

Lo triste es que estos lugares son los pocos que quedan donde se pueda escuchar música en vivo.

Qué lejos quedaron los tiempos, donde el mismo Búho bar (el de Chicho) era un lugar carismático donde se podía escuchar buen jazz sin que nadie te empujara a tragarte de un sorbo la copa que te acababas de pedir mientras todavía en el aire vibraba la última nota , de la última canción.

Por no hablar de los tiempos gloriosos de La Tronja, donde después de sonar la última nota siempre venia otra, siempre amábamos después de amar, y sobre todo se respetaba a los artistas y no se les trataba como mercancía perecedera.

Al margen de estas consideraciones que me siento obligada a hacer,ya que está claro que si esto funciona así hoy en día es porque algo de cordura nos hemos dejado en el camino, creo que desde los 90 hasta hoy en lugar de evolucionar hemos involucionado claramente, algo habrá que hacer para recuperar la dignidad perdida, y no es por una actitud visceral que abogue por la peregrina idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, en un ejercicio de nostalgia trasnochada, sino que para trabajar con asuntos que conciernen al arte seria recomendable tener algún criterio, añadido al puramente crematístico, a la hora de manipular tan sensible material.

Aún así no es este el único asunto que me ha indignado profundamente, anoche Regina y Alex estuvieron arropados por la familia y los íntimos, y se consiguió una atmósfera muy placentera, pero no es ni justo ni normal que muchísima gente que conoce el trabajo de esta cantante la haya dejado en la estacada, en su único y último concierto en la isla, y no me refiero al público en general porque a ese solo le llegan lo que los Medios de Desinformación y los jefecillos de turno quieren promocionar, me refiero, a los y las que se llenan la boca diciendo lo buena que es Regina, el vozarrón que tiene y el carisma que gasta esta mujer de raza.

Foto: Pedro Torres
Para toda esa gente y como regalo de despedida se organizó esta tocata, sin embargo la mayoría tuvo el mal gusto de ignorar la gentileza de esta Artista que se nos va lejos, una más que se va, a buscar lo que aquí se le niega, respeto y atención. Todo el que vale algo se tiene que ir de las Islas para no morir en el ostracismo, y no es un ejercicio saludable y deseable de expansión profesional, es una huida de la indiferencia con la que tratamos a nuestro artistas que muchas veces contrasta con el recibimiento que solemos dar a los foráneos, pueblo amable gentil y novelero como pocos, además de eso en Canarias sino eres del establishment o propensa a felaciones al establishment no existes.

Regina Zerené otro talento que se nos va muy lejos, la historia se repite una y otra vez ad infinitum y no aprendemos, decía Antonio Machado que: «todo lo que se ignora se desprecia,» pues eso.
Juana Santana

miércoles, 23 de abril de 2014

Fragmento*

Foto: Pedro Torres
(...A veces, cuando me acuesto y me dispongo a dormir me viene a la cabeza la idea de la muerte, no como un peligro o un miedo a que me pase algo concreto en ese momento, sino como la única realidad que conocemos, esa idea me intranquiliza, me incomoda, me angustia, entonces me digo a mi misma que de nada sirve rebelarse ante los hechos consumados, eso y el sueño, me ayudan a pasar el mal momento.

La muerte es como esos camiones inmensos cargados de cemento, que te encuentras en las autopistas, van dejando una estela blanca y una nube de polvo contadora de historias de la nada, de lugares inhóspitos donde hombres cansados y desaliñados descargan toneladas de cemento para construir ciudades o carreteras, lugares solitarios, secos y rodeados de alambradas y polvaredas, los intuyo ansiosos y un poco angustiados por haber terminado haciendo esta vida y no otra más respirable.

Otras veces, la muerte, te toca con los nudillos en la ventana de la duermevela para recordarte que es ella la única, la verdadera reina de la Creación, la que te ha acompañado desde tu nacimiento.

Observar a la gente bebiendo sola en los bares, al tiempo que mete monedas de manera convulsiva en las máquinas tragaperras, me producen la misma ansiedad que los camiones, almas en pena en transito por esta vida, anónimos, fracasados. Esta antesala de la muerte para ellos es un verdadero infierno, donde no pueden dominar sus impulsos, no tienen quién les escuche, en realidad se retuercen de dolor pero nadie parece verles.

También está la vieja demente que se sienta cada tarde en la plaza, frente al parque donde juegan los niños,repite continuamente: «soy vieja y caprichosa, soy vieja y caprichosa», Su marido un viejo que conserva aún su cordura la acompaña, recrimina y cuida como si fuera una niña pequeña.

Observo desde mi mesa en la terraza del bar, tomándome una cerveza, todo este ir y venir de dolor con la soberbia y autosuficiencia que me da mi autonomía o esta tregua que he firmado con la muerte, me va a permitir tomar nota de todas estas cosas y contarlas, de la manera más bella posible, el dolor humano a veces tiene una belleza brutal, ¿será lo que subyuga a los poetas? me gusta pensar que en el fondo siendo la más errante de todas las almas solo permanezco aquí impasible ante este dolor tomando una cerveza porque se me ha encomendado contarlo.

Mi tesoro está en la caja de las lavativas anales, en la balda más baja de la librería, la construí con una caja de botas altas que me encontré en la basura, me gustó porque era lo suficientemente grande como para hacerle un doble fondo, debajo el tesoro y arriba una pera de agua y un frasco blanco que solo contiene agua, la pera nunca la utilicé realmente, solo tiene un papel disuasorio por si vienen a registrar mi cuarto cuando no estoy, no me fío ni un pelo de mi casero, seguro que es de los que husmea en las habitaciones de sus inquilinos cuando salimos, él vive allí y no tiene más ocupación que cobrarnos el alquiler, hacer labores de mantenimiento y especular sobre nuestras vidas, aunque de este extremo no estoy convencida, el asco y la repulsión que puede producir la sola palabra lavativa es una garantía de que Pablo, el casero, no pondrá sus manos en mi tesoro.

Fue muy amable conmigo cuando le alquilé la habitación, es un hombre espigado, puede rondar los sesenta años, me lo encuentro en plena bajada en el escalafón social, seguro que se crió en lugares mucho más lujosos que este mamotreto gris, esta es su caída del cielo de los privilegiados al mundo real. A pesar de su ocupación actual, hospedar a seres errantes y solitarios que no pueden permitirse nada mejor y que poca gente echará de menos cuando se mueran, se ve que en otro tiempo frecuentó lugares más glamurosos.

Racismo, clasismo, son actitudes que se esconden tras un ligero barniz de modernidad y anchura de miras, afloran al primer golpe de aire, ante la más leve amenaza de usurpación, ante la más elemental reivindicación de igualdad en lo profundo, a todo el mundo le gusta llevar a un negro, una india o un artista sin recursos a sus fiestas, infiere un punto de progresismo, un caché mundano difícilmente sustituible por una planta carnívora o un plato de insectos caramelizados.

He sido víctima de esas actitudes encubiertas en muchas ocasiones, en cuanto bajaba la guardia y empezaba a sentirme de verdad integrada en cualquier grupo humano de esta catadura, a pesar de que puedo pasar por una blanca burguesa, tarde o temprano acaban descubriéndome y teniendo hacia mi alguna actitud discriminatoria, hiriente, más o menos encubierta con alguna disculpa educada pero que mi sensibilidad extrema lo percibe aún antes de que suceda, desde que les está pasando por la frente la idea de excluirme yo lo estoy notando, es como si me clavasen un estilete en el corazón, pero a estas alturas solo molesta un poco al primer empujón, como los agujeros de las orejas cuando llevas tiempo sin usar zarcillos, duele un poco al ponértelos pero la punta afilada encuentra el viejo camino horadado, no es la primera vez que me clavan esos estiletes aunque a veces el hueco parece que se ha cerrado, sobre todo si paso tiempo en guardia y procuro no relacionarme ni crearme demasiadas expectativas de sentimentalismo con las personas, a mi nadie me quiere de verdad y eso es así, cuando hablo nadie me escucha con interés, no se cuando me convertí en anécdota, supongo que seria nada más nacer en el preciso momento que mi propia madre decide que yo seria una especie de hija de segunda categoría, relegada siempre frente al hijo mayor varón.

El silencio es la mejor solución pero cuando eres joven, inteligente e impulsiva difícilmente te callas, sin embargo qué descanso me procura el silencio en este momento de mi vida, cuantos años han tenido que pasar para aprender a callar.

Lo bueno de este hostal es que no tengo que hablar con nadie, es un edificio de dos plantas feo y rectangular, mi habitación está en la primera planta, un largo pasillo con tres habitaciones a cada lado lleva a un amplio ventanal al fondo desde donde se ve un jardín con una Ceiba majestuosa que permanece en aquél patio erguida desde hace siglos, sabedora de cosas.

Decía Alejo Carpentier que en la Ceiba no anidaban nidos los pájaros porque a ella no le interesaban los solos pífanos ni las músicas de cámara, sino las sinfonías de los vientos viajeros que le narraban la historia del mundo. ...)
JuanaSantana


*Fragmento de mi próxima novela, que aún no tiene titulo definitivo.

miércoles, 16 de abril de 2014

El Páramo


Foto:Pedro Torres
El miedo con el que te enfrentas al folio en blanco. Esa mezcla de cualquier cosa puede ser, la adrenalina que se dispara y las ganas de vivir. Sólo se escribir con el alma, sólo así puedo caminar.
A veces me sorprenden las dudas y me hacen reír, es divertido ver como en ocasiones me siento con derecho a dudar, como si toda la vida fuera mía, como si cada segundo no fuera una condescendiente concesión, un “agárralo ahora que puedes, no sea que mañana no tengas manos”… y yo me río. Siempre me río cuando tengo miedo, me ayuda, parece que así el amargo sabe distinto. No puedo evitar el dolor, eso no es posible para nosotros los humanos, así que visto mi rostro con la mejor sonrisa que tenga en el armario en ese instante, es lo más que puedo hacer, ¿qué menos?.
Camino por el páramo siguiendo la voluntad de mis pies, ellos saben más que yo, ya han andado mucho, no tanto en ésta como en otras vidas, yo no recuerdo nada y sólo me queda confiar.
Me alejo de lo que conozco, de mi, de ti, de mi casa, de tu casa, del caminito que recorrí todos los días buscando aventuras más allá de mi rincón. Mis calles, tus calles, todo aquello que nació y murió, o tal vez no, porque nada muere, eso dicen, yo ya no sé que pensar.
Mi mar, tu mar, mis montañas y las tuyas, también me las llevo conmigo allá donde vaya porque ya no se pueden sacar de aquí dentro, estarán para siempre en mi y eso no lo elegí yo, la tierra me eligió a mí, fue ella la que me trajo hasta aquí. Me ha visto morir y resucitar tantas veces que ahora que me marcho es ella la que sonríe.
Cada vez me duele más escribir… esta terrible manera de abrirme en canal…

Volveré.
Regina Zerené

La Candelaria de Adeje

                                                                                                  Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

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