Cuando
éramos niños, uno de los acontecimientos más esperados y celebrados era
ir a ver películas de romanos. Estaban las fieras, los gladiadores, los
emperadores,... las traiciones. Pero sobre todo nos cautivaban las
épicas batallas donde incontables romanos se enfrentaban a miríadas de
bárbaros, malvados persas, o esclavos rebeldes, pues por aquel entonces,
todo el que llevaba casco, penacho y coraza era un romano.
Eran
muchos, y a la postre - generalmente a nuestro pesar- siempre ganaban.
El asunto solía terminar con un gran desfile de legionarios jaleados por
el populacho enfervorizado.
Ya
con algo más de edad, en cierta ocasión me dijo mi padre: “Fíjate en
ese viejo soldado. Ya ha pasado dos veces”. Y para mi consternación
volvió a pasar otras dos. Me sentí confuso y estafado. De nada sirvieron
las explicaciones y aquello de que solo era una película...y que
bueno..., así se ahorraban algo de dinero... A mis ojos, el glamur
romano se había evaporado, y decidí centrarme en piratas y bucaneros,
pues parecían más de fiar. A día de hoy, el Banco Central Europeo lo
dirige un romano que, como es de esperar, conoce perfectamente el truco.
El
pasado 21 de diciembre, el Banco Central Europeo (BCE) puso a
disposición de 523 bancos de la zona euro 489.191 millones de €. Jamás
se había visto cifra semejante (casi la mitad del PIB del Reino de
España). El 18 de enero, el total de lo depositado por La Banca en el
susodicho BCE ascendía a 528.000 millones. Es decir, el dinero ha salido
`por una ventanilla y entrado por la otra. Mario Draghi lo niega y
argumenta que “los bancos que han depositado el dinero no son los
mismos que lo han recibido”. ¿Qué ha sido pues del dinero retirado?
“Se ha invertido en la compra de deuda soberana” responde el romano.
Veamos.
El
Reino, por ejemplo, tiene previsto emitir a lo largo de 2012, 86.000
millones en deuda a medio y largo plazo. Por otra parte, hay que pagar
92.200 de vencimientos de deudas anteriores. Lo comido por lo servido,
salvo 6.200 milloncejos que han de salir de los impuestos para cuadrar
las cuentas.
Así, la cosa
queda de la siguiente manera: el BCE presta a los bancos, estos compran
deuda pública que los estados utilizan para pagar a los mismos bancos
deudas anteriores, estos para evitar sustos, lo depositan en el BCE y
todos contentos. En detalle, el asunto es algo más complejo, pero lo
cierto es que da la sensación de estar viendo pasar una y otra vez al
mismo viejo legionario romano. Y ya puestos, anuncia Draghi, para que
andarse con mezquindades. El mes que viene (febrero) pondremos el doble
(1 billón de euros) en ventanilla.
Bien,
estos son el tipo de cosas que dejan perpleja y desazonada a la
población. ¿Qué se esconde tras estos malabarismos financieros? En
realidad no es tan complicado. En Informe Coliflor comentamos como se
crea y desaparece el dinero. En esencia, el mecanismo consiste en:
El dinero lo crean los bancos, ya sean centrales o privados, en forma de crédito o deuda.
Ejemplo.
Se concede un crédito a 5 años a un particular para comprar un coche.
Este ofrece como garantía una nómina lo suficiente estable y saneada
como para que el banco la acepte como garantía de la devolución del
préstamo. Lo mismo ocurre con el establecimiento de una hipoteca a 30
años, solo que la garantía es el propio inmueble.
El
truco, el verdadero truco, consiste en que desde el preciso momento en
que se firman los créditos, el banco pasa a ser propietario de un activo
por la totalidad del mismo. Es decir, actúa como si lo hubiese cobrado
ya en su totalidad, cuando realmente faltan 5 o 30 años para que esto
suceda.
¿Qué pasa si el
particular pierde el trabajo, o el valor del inmueble se degrada antes
de cubrir el préstamo? Pues que el activo pierde valor. O lo que es lo
mismo, el dinero que se había creado y dado por bueno, pues se asumía
que los créditos se iban a devolver, simplemente desaparece. Cuando
esto sucede de manera masiva, es decir, cuando un país o zona económica
entra en crisis o recesión, las cantidades de dinero que se evaporan son
monstruosas.
Así, lo que
está haciendo el BCE (y el resto de banco centrales del mundo) es
simplemente reponer o más exactamente, volver a crear el dinero
desaparecido.
A
poco que se reflexione, se comprende que en periodos de expansión el
dinero se crea con facilidad, pues la mayoría de la población cuenta
con poder adquisitivo para devolver los créditos y mantener los precios
de los inmuebles. Pero..., cuando las cosas se tuercen, no hay manera.
El
BCE o la Reserva Federal americana pueden crear nominalmente cuánto
dinero estimen conveniente, pero esto no quiere decir que exista. Es
decir, que se puedan comprar bienes o servicios reales con él. Y a la
vista están los datos.
El
PIB de la Eurozona es de unos 10 billones de euros. Si sumamos todo el
dinero que se ha creado en la zona euro desde el comienzo de la crisis
(BCE; FMI, rescates a la banca, Fondo de Rescate a los estados, etc.)
hablamos de al menos 3 billones. Es decir, un 30% del PIB.
Si
este dinero hubiese bajado a la economía real, el resultado habría sido
el equivalente a pisar a fondo el acelerador de los ya pasados de moda
motores turbo. La producción, el consumo y la inflación se habrían
disparado a niveles de euroburbuja. La realidad es que para los dos
próximos años se espera recesión en la vieja y alicaída Europa.
Ergo,
el destino del dinero que se está creando a mansalva se reduce a tapar
las vergüenzas del sistema financiero y evitar un indecoroso derrumbe.
La
pregunta del euromillón es si el tinglado se sostendrá hasta la
reactivación. Draghi y sus romanos lo dan por hecho. Pero..., ¿y si no
hay tal reactivación? También cabria preguntarse que actitud tomará la
ciudadanía después de ver pasar tanto romano y perder todas y cada una
de las batallas.