Foto: Pedro Torres |
A veces los refranes no son sino
una justificación interesada de la desidia, de la injusticia o de la
ignorancia, Anoche en el Búho bar de La laguna se cumplía el más
estúpido e injusto de todos, aquél que dice que: «nadie es profeta
en su tierra».
Regina Zerené no fue profeta
anoche a pesar de que a quienes tuvimos el buen gusto de estar allí
nos mantuvo clavados en el asiento sin parpadear durante más de una
hora mientras hacia magia y juegos malabares con su voz, compinchada
con Alex Altamirano ,el guitarrista que la acompañaba poniendo el
alma en cada nota, no se si es habitual ver sobre el escenario
artistas del calibre de esta mujer del renacimiento, que escribe sus
letras compone su música y canta como los mismísimos Ángeles y que
el próximo mes se nos marcha a México, lugar donde no me cabe duda
que la sabrán tratar y respetar mucho mejor de lo que lo hemos hecho
sus compatriotas.
Tengo que decir que el Búho
bar se ha convertido en un McDonald de la música en vivo:
programan dos actuaciones en
una noche no dejando margen ni tiempo a la gente para salir de la
burbuja, en la que nos habían atrapado los músicos, tuvimos que
colisionar de golpe con una realidad demasiado sórdida sin anestesia
ni paliativos, arrearon al público y a los músicos, como si de
ganado se tratara, para dejar sitio a otra remesa de público y de
músicos totalmente diferente, con una gañanía intolerable.
Lo triste es que estos lugares
son los pocos que quedan donde se pueda escuchar música en vivo.
Qué lejos quedaron los
tiempos, donde el mismo Búho bar (el de Chicho) era un lugar
carismático donde se podía escuchar buen jazz sin que nadie te
empujara a tragarte de un sorbo la copa que te acababas de pedir
mientras todavía en el aire vibraba la última nota , de la última
canción.
Por no hablar de los tiempos
gloriosos de La Tronja, donde después de sonar la última nota
siempre venia otra, siempre amábamos después de amar, y sobre todo
se respetaba a los artistas y no se les trataba como mercancía
perecedera.
Al margen de estas
consideraciones que me siento obligada a hacer,ya que está claro
que si esto funciona así hoy en día es porque algo de cordura nos
hemos dejado en el camino, creo que desde los 90 hasta hoy en lugar
de evolucionar hemos involucionado claramente, algo habrá que hacer
para recuperar la dignidad perdida, y no es por una actitud visceral
que abogue por la peregrina idea de que cualquier tiempo pasado fue
mejor, en un ejercicio de nostalgia trasnochada, sino que para
trabajar con asuntos que conciernen al arte seria recomendable tener
algún criterio, añadido al puramente crematístico, a la hora de
manipular tan sensible material.
Aún así no es este el único
asunto que me ha indignado profundamente, anoche Regina y Alex
estuvieron arropados por la familia y los íntimos, y se consiguió
una atmósfera muy placentera, pero no es ni justo ni normal que
muchísima gente que conoce el trabajo de esta cantante la haya
dejado en la estacada, en su único y último concierto en la isla,
y no me refiero al público en general porque a ese solo le llegan lo
que los Medios de Desinformación y los jefecillos de turno quieren
promocionar, me refiero, a los y las que se llenan la boca diciendo
lo buena que es Regina, el vozarrón que tiene y el carisma que gasta
esta mujer de raza.
Foto: Pedro Torres |
Para toda esa gente y como
regalo de despedida se organizó esta tocata, sin embargo la mayoría
tuvo el mal gusto de ignorar la gentileza de esta Artista que se nos
va lejos, una más que se va, a buscar lo que aquí se le niega,
respeto y atención. Todo el que vale algo se tiene que ir de las
Islas para no morir en el ostracismo, y no es un ejercicio saludable
y deseable de expansión profesional, es una huida de la indiferencia
con la que tratamos a nuestro artistas que muchas veces contrasta con
el recibimiento que solemos dar a los foráneos, pueblo amable gentil
y novelero como pocos, además de eso en Canarias sino eres del
establishment
o propensa a felaciones al establishment
no existes.
Regina Zerené otro talento que
se nos va muy lejos, la historia se repite una y otra vez ad
infinitum y no aprendemos, decía Antonio Machado que: «todo lo que
se ignora se desprecia,» pues eso.
Juana Santana
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