"A
mi me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi
nunca tocan el vidrio con la nariz."
"Rayuela" :
Julio Cortázar
Se va agosto, las calles
hasta ahora vacías de Santa Cruz empiezan tímidamente a recobrar la
actividad, alguna gente regresa de algún viaje, de alguna negación,
de algún abandono o simplemente de pasar días enteros en casa en
pijama, la situación no permite veranear como en tiempos que parecen
muy remotos, ha hecho mucho calor este agosto, se aprueban las
prospecciones petrolíferas en nuestras playas, se lanza el globo
sonda del pucherazo electoral para las próximas municipales, el
supermercado no pone el aire acondicionado ni contrata personal extra
para suplir a quienes se han ido de vacaciones y las colas en la caja
son tan largas y calientes como las de "la autopista del Sur", de Cortázar: «Cualquiera
podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca
derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, ...»
se cumple el centenario de su nacimiento y veo un documental
en el que aparece él contando cosas de su infancia, de Buenos Aires,
de París o recitando ese cuento inefable de la gota de agua, que se
aferra a la ventana de madera, en un día lluvioso del París
cortaziano, habla también de Nicaragua y su compromiso personal con
los pueblos que luchan contra el imperialismo, han pasado veinticinco
años desde que se rodó ese documental, poco antes de su partida,
habla con ese acento singular porteño-francés y sus palabras
vibran como la panza de la gotita de agua aferrada a la madera. Tal
vez este agosto más que nunca me hace falta Julio, para llorar
juntos aunque fuera en la distancia geográfica, la muerte de todos
esos niños asesinados en Palestina, por los mismos asesinos que
pagaban la Contra en Nicaragua y los condenaban a gastar sus fuerzas
en luchar por su independencia como pueblo en lugar de hacerlo en
desarrollo, allí estaban pasando cosas entonces y tú los visitabas
cada año, puntualmente, y les daba voz internacionalmente con una
honradez intelectual que ya quisieran muchos tener.
Este agosto en Palestina
parece que solo hay muerte y desolación pero detrás también hay un
pueblo que resiste, sé que lo dirías si estuvieras a este lado del
espejo ahora mismo.
Qué rápido pasan cien
años cuando se trata de alguien como tú que tiene la particularidad
de estar hecho del mismo material que el tiempo, ese constructo tan
discutible, y qué rápido ha pasado este verano, entre los discursos
triunfalistas que llegan desde el Poder y la realidad de un país
muerto, hueco por dentro, como un cadáver al que las hormigas han
devorado toda la materia dejando solo la piel, como el último de los
Buendía, cuyo feto: seria arrastrado por las hormigas en medio del
patio, profecía que abre y cierra "Cien años de soledad", otra obra
que junto a "Rayuela" reposará siempre en el anaquel de los
imprescindibles para toda la eternidad, de tu amigo Gabo, otro ser
hecho de la misma materia que el tiempo como tú y que nos dejó este
año, aunque no fue en agosto sino en abril.
España está igual de
muerta y de hueca que el feto de los Buendia y no por culpa del
incesto sino por la corrupción, la ignorancia cerril y la
intolerancia frente al progreso, que afectan por igual a los tres
Poderes que vertebran la Constitución y que dura desde antes de la
misma.
Adiós agosto, adiós, que
te vaya bien, y vuelve el próximo años con un poco más de
esperanza para la gente machacada que sufre este castigo, como si
hubieran fornicado hermanas con hermanos procreando un feto maldito,
pero los que hemos sido devorados por las hormigas somos la gente, y
lo que arrastran las hormigas por la historia no es un feto sino
«los nadie» que diría Eduardo Galeano.
Adiós agosto, adiós
Juana Santana