jueves, 8 de marzo de 2012

Sin destino


  Otra pequeña brisa que llega hasta mi olfato, proveniente del portal que genera estruendo al ingresar otro condenado. Una turbia sensación fría y grisácea con aroma a encierro más que a libertad. Invadiendo mis dos únicos sentidos y sentenciándome a otro ciclo cumplido en este andurrial. Así mido el tiempo, porque no puedo ver el día o la noche. Mi etéreo cuerpo se siente pesado, y desganado. El infinito tiempo es más frustrante que el perpetuo lugar. Pues no estoy encerrado, más bien perdido en un desierto sin fin, que en lugar de tinieblas posee una abundante luz, tan radiante que me cegó los ojos del alma hace muchas brisas. Vago sin rumbo y a veces me estanco.
  Un castigo corporal y doloroso sería menos humillante, que la eterna soledad de moverse sin tiempo y espacio. Otra brisa que se oye a lo lejos. ¿Por qué no puedo advertirlos? si ellos están condenados al mismo sitio. Mis pensamientos son cada vez más humanos, como alguna vez lo fui. Sigo desplazándome por el desierto, sin convicción aparente de que encontraré algo, o nada. Aquí estoy en un mundo infinito, encerrado, donde los límites no terminan ni en millones de brisas trasladándome, y dónde éstas no se hacen más claras o más lejanas. Pues siguen allí, perturbándome, como si no me hubiese movido nunca y tan sólo lo imaginara. No siento dolor, ni sed de venganza. 

  No percibo paz ni puedo palpar el camino. No veo, y tan sólo olfateo y oigo el susurro latente de una corriente, que marca mi indefinido tiempo y me tortura más y más con su insignificancia. ¿Qué más tormento que la ignorancia total, no del mundo, sino del universo entero? Si alguna vez puedo salir de aquí será por alguien más. Y eso es aún más degradante que mi interminable destino de desdicha. Otra brisa más. Es la tercera. Se ha cumplido un día más en esta prisión. Y continuo deambulando, pues ni siquiera tengo el don del agotamiento. Sólo de mi rutinario caminar sin fin.
Marinyo Adorian
http://marinyo-adorian.blogspot.com/

sábado, 3 de marzo de 2012

Así es


El áspero aliento de la cordura acecha tras la rendija que se deja ver entre la inmanencia y la nostalgia. La pantalla en blanco y negro, los días, el sabor dormido de la felicidad.
Cavar una fosa y vomitar. Cerrar la fosa y volver a vomitar por si queda algo. Así es.
Así somos tu y yo. Yo y tu, diferentes pero iguales, como toda aquella muchedumbre que nos mira. Protagonistas desvirtuados de una vida no elegida pero sí muy bien interpretada, usamos las banderas o las barreras cuando viene al caso, el miedo nos cala los talones.
Huimos orgullosos de la imagen que devuelve el iris ajeno, por no aceptar la humillación de postrarnos ante la muerte y vanagloriarla en su eterna victoria. Besar uno a uno sus huesudos pies y aceptar la derrota. Por lo menos mientras la lozana juventud nos sonroje las mejillas, luego ya veremos.
Ella nos miraría, sólo con las cuencas, pues ojos no tiene, ni falta que le hace porque ella lo puede ver todo, como lo pueden ver todo las madres, que incluso en la distancia presienten las angustias de sus hijos, porque de ellas salimos, somos de su carne, conocen todas y cada una de nuestras esquinas. Ella nos miraría con esa desdichada compasión y prometería protegernos, siempre. Nunca nos abandonaría. Y así es.
Corremos, nos negamos a abdicar, queremos trascender. Trascender para no morir, morir obviando que de hecho, morimos desde siempre. Divertida farsa que nos priva de cavar una fosa y vomitar.
Y así somos tu y yo. Yo, tu y la muchedumbre que vemos desde aquí, perdidos entre la inmanencia, la nostalgia y ese áspero aliento que nos acecha tras la rendija. Tan diferentes y tan iguales, con los talones calados todos. Bien, ya está. Cierro esto. En breve volveré a vomitar, por si queda algo.


viernes, 17 de febrero de 2012

Lectura recomendada


Que alegría me produce leer, escuchar, este esplendido relato corto, preñado de ideas, conceptos y análisis de la realidad, intemporal, actualísima, instantánea, en que la humanidad y sus relaciones sociales, ha venido a parar, o más bien a caer estrepitosamente.
La sensible y especial mirada de su autora, sencilla en la prosa, sutilmente escogida, pero certera, contundente y profunda en su objetivo, que es capaz de penetrar y atravesar capas y capas de la realidad convencional hasta llegar al núcleo central del ser humano mismo, hasta su nauseabunda realidad de espécimen humano, rodeado y atrapado en una sociedad resueltamente egoísta, falsa e hipócrita.
Con un don y una habilidad insospechada, tremendamente poderosa, la autora nos informa, nos forma, nos estrega en la cara, lo que para ella no pasa desapercibido, lo que no podemos ocultarle. Su análisis de la realidad, donde está en juego nuestra ética, nuestra moral, nuestra honestidad, entremezclada en un casi-juego teatral de La Gran Farsa Social, queda comparada, humillada, ante unos simples insectos (para algunos repugnantes) que en su natural devenir, no nos hieren en lo más profundo de nuestras emociones o sensibilidades, simplemente siguen su camino; tal vez, por eso puedan ser más aceptables o preferibles en estos ámbitos.       
El o la protagonista claramente se niega a jugar, a pasar por la rutina diaria, por la lucha para ocultar, disfrazar, negar la verdadera realidad de lo que somos. En el mundo actual… necesitamos gente así, que se niegue a seguir al rebaño, que se sienta feliz de ser así y que nos alumbre hacia otra realidades con más peso, con más relevancia, más estimables.
Me asombra, me gratifica, ver como la autora con su perfecta disección de un instante, lo convierte en un amplio mundo donde se suceden intrépidamente innumerables hechos y acciones, y al mismo tiempo, genialmente, su persona queda inmersa dentro de su propia observación.
Tras el inicial preámbulo, magistral, pedagógico, donde el hastío que nos provoca jornada, tras jornada, el fracaso continuado en nuestra organización y casi perpetuos anhelos, la autora nos lleva al momento culminante de su relato. Tal vez no exagero si afirmo, que la autora, en una especie de conjuro nos atrapa y encadena a una realidad que nos asusta, que nos da miedo, pero de la cual, ya, más nunca, podremos escapar.
Tal vez, no hoy, no mañana, no se sabe cuándo, abriremos una puerta y sentiremos esa misma sensación extraña, que como haciendo un guiño al propio Aristóteles y su hilemorfismo entre la materia y la forma, nos atrapará incomprensiblemente.
Felicidades Regina
Gracias Regina
César Mesa


"Tras la puerta"

martes, 14 de febrero de 2012

El Huerto III

  Sección dedicada al comentario de la actualidad económica. 

                   



Por F. Herráiz                  
                                       

                                    “No sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa”
                                                                                    J. Ortega y Gasset

10 de Febrero de 2012. Hoy hablamos de:


Allá por el otoño de 1992 Bill Clinton, joven y telegénico gobernador de Arkansas, aspiraba a convertirse en presidente de Estados Unidos. Para lograrlo, debía derrotar en las urnas a George Bush padre. La empresa parecía harto difícil, pues el presidente en ejercicio acumulaba un impresionante currículo en política exterior: había visto caer el muro de Berlín, y obligado a morder el polvo al archienemigo iraquí.
James Carville, estratega del Partido Demócrata, comprendió que debía centrarse en los puntos débiles del rival, e ideó una tabla de eslóganes para uso interno de la candidatura. ¡Es la economía, estúpido! fue uno de ellos. La expresión hizo fortuna y se convirtió en el lema oficioso de la campaña de Clinton.
Tras su inesperado triunfo, la frase adquirió ribetes de profecía o premonición, perdió gran parte de su carga ofensiva, y su uso se extendió para describir todo tipo de situaciones en las que se cometen errores de bulto, o se presta atención al detalle y se olvida lo fundamental.
El 27 de marzo de 2007, el presidente del gobierno del Reino acudió a un programa de televisión. Se le preguntó si llegaríamos a los 3 millones de parados. Rodríguez Zapatero esbozó una sonrisa, y dejó bien claro que “de ninguna manera entraba en las previsiones del gobierno”. En aquel año proliferaban las sonrisas.
Más o menos por las mismas fechas, Santiago Niño Becerra, economista catalán entonces poco conocido, acudía a otro programa y vaticinaba que pasaríamos de los 5 millones. La afirmación fue recibida por sus contertulios, todos expertos en la cosa economía, con aspavientos y carcajadas contenidas.
Ya bien entrado 2009, el gobierno hubo de reconocer que la situación era grave. Rodríguez Zapatero ya no sonreía. La oposición y la ciudadanía le reprochaban no haber visto venir la crisis, y manejar datos y previsiones económicas fantasiosas.
Nadie nos avisó, respondió el presidente, y el Reino se quedó (o debió hacerlo) con la boca abierta. Lo cierto es que no mentía. Nadie nos avisó. Y cuando decimos nadie nos referimos a aquellos que debieron hacerlo: el FMI, la FED, el Banco Mundial, la OCDE, la Comisión Europea, el BCE, el Banco de España, la CNMV, las agencias de calificación, los centenares de fundaciones y gabinetes de estudio de bancos, cajas de ahorro, aseguradoras.., y por supuesto el gobierno del Reino.
Hoy, la mayoría escurre el bulto y apoyándose en uno u otro informe ambiguo (todos lo son en cierta medida) se apuntan al ya lo decía yo. Pero la verdad a pies juntillas es que lo que se nos vino encima no fue anunciado por ninguna de las instituciones económicas encargadas de hacerlo.
¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue posible un error de tal magnitud? Y..., ¿qué dicen los protagonistas del desaguisado?
En general, se ha pasado de puntillas sobre tan comprometedor asunto, pero alguna explicación había que dar. Y se han ofrecido dos:
La economía no es una ciencia exacta. Es la que se ha transmitido al gran público, y sin ánimo de hacer sangre, suena a excusa de patio de colegio. Porque una cosa es equivocarse en unas décimas en tal o cual previsión, prever las consecuencias de súbitas guerras, conflictos políticos o accidentes financieros localizados, y otra bien distinta, asumir y pregonar a los cuatro vientos que la economía mundial va en una dirección, cuando en realidad va exactamente en la contraria.

martes, 31 de enero de 2012

Mujeres con gafas de Luna

Portada de Fran Feo Flip
Como veníamos anunciando Mujeres con gafas de luna, última obra de Juana Santana, ha sido editada en papel por Ediciones Idea-Aguere, por lo que la podrán encontrar en las librerías a partir de hoy. Esta novela viene a completar una trilogía de la que forman parte Todos contra la pared y La suerte de la memoria.
La portada es obra de Fran Feo Flip, decir que la imagen que ven de la portada está tomada con baja resolución por lo que no se aprecia bien el  trabajo de Flip, desde mi punto de vista (tengo el libro en mis manos) una portada excelente que conecta directamente con la esencia del texto, que por otra parte se muestra desprovisto de subterfugios para enseñar directamente lo que importa, lo que la escritora quiere decir y dice... Les animo a comprar esta obra no muy extensa en su número de páginas (82) pero que encierra un corpus repleto de sensibilidades y sensaciones que nos incumben o nos han afectado a todos alguna vez...

Sinopsis:
Lucía aborda su propia madurez ayudada por la presencia inevitable de una niña que no es otra que ella misma, en un trasunto del tiempo se analiza el mundo y los cambios desde los ojos de la niña y de la mujer, tiene que despedirse de la juventud y dejar marchar a la niña. Un suceso inesperado le permite ese tránsito ineludible y le abre caminos allí donde parecía que no había nada.

Si quieres adquirirlo en formato digital, está disponible aquí 

La Candelaria de Adeje

                                                                                                  Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

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