domingo, 22 de enero de 2012

El azar de la literatura

                                             

Los libros siempre tuvieron el poder de encontrarme, me limitaba a ponerme delante de los estantes de las libreras y dejaba vagar mi vista con la mente en blanco hasta que uno de ellos me encontraba, cuando eso sucedía me lo llevaba a casa y lo leía casi siempre con voracidad.
Aglaja Veteranyi
Cada libro iba dejando un poso, un sedimento, que iba alimentando el azar para poder seguir siendo encontrada por ellos. El acto de leer siempre ha sido mágico, ni los años ni el número ingente de libros leídos han logrado quitarle esa magia.
Al principio atesoraba libros, no solo los deglutía y los incorporaba a mi bagaje vital sino que los quería poseer, de tal modo que con el tiempo me vi con un material bibliográfico demasiado grande, para alguien como yo, que nunca me había ocupado  en serio de tener  casa propia inquilina impenitente, viajera y díscola como soy, decidí con muy buen criterio, hacer uso de las bibliotecas públicas y es en ese lugar donde en los últimos días he sido encontrada por una novela de Aglaja Veteranyi escritora rumana completamente desconocida para mi hasta ese momento, el libro se llama: por qué se cuece el niño en la polenta.
Es la historia de una familia de artistas de circo que huyen de la Rumanía de Nicolae Ceausescu, y su hermana le cuenta múltiples versiones del niño que se cuece en la polenta para que el miedo la mantenga ocupada y no piense en lo que es realmente terrorífico, que su madre se caiga y muera.
Van de caravana en caravana, de hotel en hotel, la niña en cada lugar pone un trapito azul muy cerca de su almohada, es el mar, así siempre lo tiene cerca, cuando se va a dormir tapa el mar con el albornoz de flores de la madre para que no se la coman los tiburones.
La niña poco a poco con un lenguaje que a primera vista pudiera resultar naíf, nos va adentrando en un universo  femenino donde están ella, su madre, su tía y su hermana solo de padre, que se volvió loca porque su padre la quiere como mujer, por eso su madre a ella nunca la deja sola.
Él va y viene y a veces la madre dice que es su hermana delante de otros hombres, en esos casos la madre huele como otra persona y ella no la deja dormir en su cama, la madre duerme en el suelo y ella sueña con miedo porque se olvida que ya no está en su tierra donde ni siquiera en sueños se puede pensar libremente “porque te pueden llevar a Siberia,” sabe que no puede tampoco gritar “no grito he tirado mi boca a la basura”.
Relato lleno de imágenes, habla de la pobreza material de la que procede y de esa otra pobreza que mira con asombro en un Occidente donde son más importantes los perros que las personas, gente que tiene la ducha con el agua muy caliente y el corazón congelado.
La figura paterna es un payaso, no es triste, es solo un payaso, todos los payasos son tristes, siempre lo sospeché.
El circo tiene esa apariencia alegre donde parece que todos son una gran familia pero no es verdad, lo cierto es que bajo las carpas, en las jaulas de las fieras y en las caravanas se cuece como la polenta a muchos grados centígrados las penurias, la tristeza y la soledad, parece que la trapecista nunca va a caer, a veces sucede y se rompe el cuello, otras el león terminará arrancándole la cabeza  a la domadora, por eso la muerte es una invitada más a la mesa cada día, junto con los sueños de la tierra firme, de la casa grande y luminosa que nunca podrán llegar a comprar, entretanto la vajilla viaja en maletas y hay que reponerla cada dos por tres porque se rompe de tanto traqueteo.
“Cuando el niño se murió, Dios lo coció en la polenta. Dios es un cocinero, vive dentro de la tierra y se come a los muertos. Con sus grandes dientes puede romper todos los ataúdes.”
“Cuando cantamos siempre se me saltan las lágrimas. No aguanto la alegría”.
Es un gusto para mi presentarles, a quienes no la conozcan, a esta escritora rumana que murió prematuramente, y nunca vio publicada su novela, actriz y escritora, quiso dejarnos antes de irse definitivamente la historia de su infancia y adolescencia en el circo y en el exilio, exquisita y originalmente escrita, con sabor a polenta cocida, humilde pero muy nutritiva.
                                                                 Juana Santana

Aglaja Veteranyi
Por qué se cuece el niño en la polenta
Ediciones lengua de trapo SL.2001
www.lenguadetrapo.com

jueves, 12 de enero de 2012

Nunca

Silencio… No era posible. Nunca.
Quería, pero nunca.
Creía saber como, aunque quizá no. Tal vez algún día, quien sabe.
En algún momento lo creyó, pero ahora se preguntaba si de verdad estuvo segura. Si alguna vez prestó atención a la desnudez frente al espejo, y siendo honesta… muy a menudo fingió mirar, mantuvo la distancia de soslayo.
La distancia, corta casi siempre, inabarcable de todos modos, es densa, muy densa y su presencia no perdona. No abandona la inercia sangrante de dolernos, doblegarnos por no poder arrancarla, placenta que ata y alimenta la existencia. 
Recordó esos juegos sobre la hierba, en la infancia fresca,  inocencia consentida, la indolencia de simplemente ser. Foto casi soñada, reconstruida en el tiempo que asfalta esta tierra infértil, ojos entreabiertos de la consciencia, que casi siempre engañan, traicionan, por no poder abrirlos más, porque de tanto esfuerzo ya hasta las manos duelen. 
Y las llagas… cómo no hablar de las llagas, esas que se instalan ahí, pesada culpa, losa, erosión del tiempo.
Buscó ayuda de un alfiler alguna vez,  pero no sirvió de nada. Llaga o cicatriz, no podemos volver sobre lo andado.
Así que, quería saber, había llegado el momento. Ahora o nunca y se desnudó por primera vez.
Hacía frío en aquella habitación, casi tanto como dentro. Pero se desnudó. Y con los ojos cerrados se acercó al espejo, despacio, a tientas, para no adelantarse, para no correr. Palpó la sábana que cubría la imagen desde siempre y tiró. Al abrir los ojos, ahí estaban ambos desnudos, espejo y ella, ella y espejo, parte de una misma cosa, deudores uno del otro, tiempo olvidado. La ventana de camino a casa.
Volvió sobre sus pasos, apretó puños y muelas y miró. Dolía el frío, pero por primera vez, miró.

                                                                                                             Regina Zerené



martes, 3 de enero de 2012

Jorge Tamayo, pintor


Esta pintura representa a un "niño grande" que vive en Cuba, un luchador para la causa, llegará hasta el final de los proyectos que se plantee. Tamayo, lleva un revolucionario en su corazón, y qué es un revolucionario sino un niño inconformista, un joven rebelde un hombre consecuente. Me gusta mucho esta persona, en constante conflicto interior que se reinventa una y mil veces. Sabemos que las comunicaciones en Cuba van paralelas y coinciden en pocos puntos con las comunicaciones occidentales que prentenden otros intereses. Me gustaría que llegara este pequeño homenaje a su recinto, lo apreciamos en lo que vale, que es mucho, y le enviamos un abrazo cargado de amor y buenos deseos.


Jorge Tamayo, Cuba, 1998

miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL HUERTO


Sección dedicada al comentario de la actualidad económica.
No sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa”
J. Ortega y Gasset.


Por F. Herráiz




    21 de Diciembre de 2011. Hoy hablamos de:

Cuando la cosa económica se tuerce, es costumbre antigua de la casa (Reino de España) mirar a Alemania. O más exactamente, comenzamos contemplándonos el ombligo pero como a la larga cansa, acabamos fijándonos y comparándonos con los germanos.
Alemania es una gran nación (ahora todos lo somos) de 90 millones de habitantes con una economía centrada en la exportación y un sistema de protección social consolidado.
Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando salimos tan mal parados. Pero lo que aquí en el Reino nos hace salivar de envidia son las cifras de desempleo:

Alemania: 6%
España: 23 %
    Canarias: 29,2 %

¿Cómo han conseguido los teutones reducir este porcentaje en plena crisis? Se le ha dado muchas vueltas al asunto..., que si el modelo de contratación y despido..., que si el sistema de reparto del trabajo..., los niveles de inversión de las empresas... Lo cierto es que nadie nos ha hablado de Hartz IV. Una revolución silenciosa que está teniendo lugar en el vecino del norte.

Alrededor de 2000, la dirigencia germana se percató de un fenómeno curioso: a pesar de estar inmersos en un ciclo de expansión económica el paro aumentaba. Desde el punto de vista liberal, las cuentas no cuadraban. Para investigar el asunto se nombró una comisión de 15 miembros encabezada por Peter Hartz, (más adelante director de personal de Volkswagen) que se reunió el 22 de Febrero de 2002.
El resultado fueron una serie de recomendaciones conocidas como Hartz I, II, III y IV. Estas últimas fueron incluidas por el entonces canciller Schröder en la Agenda 2010 y entraron en vigor el 1 de Enero de 2005. A grandes rasgos, los resultados de estas reformas han sido los siguientes:

-A finales de 2010 unos 6,5 millones de alemanes (8,4% de la población total) vivían exclusivamente del programa Hartz IV. Se trata de parados de larga duración y familias sin recursos que al incorporarse al mismo dejan de figurar en las listas de desempleo. Hartz IV incluye las siguientes prestaciones:    
    • -Pago de alquileres.
    • -Pago de calefacción
    • -Pago de conexión a Internet
    • -Pago de gastos de mudanza en caso de cambio de domicilio.
    • -Subvenciones en el transporte público.
    • -Considerables ventajas fiscales.
    • -380 € mensuales por cada adulto de la unidad familiar, más 220 por cada hijo.
      Además se mantienen el resto de prestaciones comunes a toda la población: educación y sanidad gratuita, dependencia, etc. A cambio, los receptores deben realizar trabajos ocasionales de interés comunitario como barrer parques, colocar alumbrado público...., cobrando una cantidad simbólica de 1€ la hora.
      Estas medidas han provocado una fuerte sacudida en la psicología laboral del país. Aunque desde luego existe la picaresca y se trabaja “en negro”, la mayoría de los beneficiarios se sienten avergonzados y es de mal gusto comentar la situación con amigos y familiares, pues la pertenencia a Hartz IV se considera una desgracia.

      Con la llegada al poder de Ángela Merkel y sus aliados liberales del FDP, el entramado fue puesto en cuestión. Estos últimos argumentaban que dada la situación de crisis y los recortes salariales, estaba empezando a ser más rentable quedarse en casa que ir a trabajar. Sin embargo, en Febrero de 2010, el Tribunal Constitucional desactivó los intentos de recortar el programa, pues consideró que atentaban contra el artículo 1º de la constitución, donde se establece que todos los ciudadanos tienen derecho a una vida digna.

      La cosa da que pensar. Ya no está tan claro que es trabajo y que no lo es. Lo que está pasando en Alemania es una avanzadilla de los debates y decisiones que nos esperan. El asunto tiene miga, y a poco que se reflexione se comprende que las consecuencias y las conclusiones son de alcance. De momento nos limitaremos a dos:

      1. Sin el Hartz IV el índice de paro en Alemania superaría el 15%.
      2. A pesar de que en público se manifieste lo contrario, la dirigencia alemana ha comprendido que incluso en una economía con gran capacidad de exportación, la introducción de avances tecnológicos en el proceso productivo destruye puestos de trabajo, generando inevitablemente paro estructural. El acierto de los paisanos de Merkel ha consistido en adelantarse a los acontecimientos y prever una salida vital mínima para la creciente mano de obra sobrante. Es decir, una versión de la Renta Básica (RB), en este caso centrada en el “pago en especies” (energía, vivienda, transporte, salud, comunicaciones...) más que en aportaciones dinerarias. O RB, o barbarie. El mito alemán sigue vivo.

      Seguiremos informando.


      domingo, 18 de diciembre de 2011

      Cuento


      HOY ME LEVANTE DE LA CAMA COMO PUDE...

      ...Bueno para ser exactos no me levanté de la cama. En realidad rodé por el colchón hasta el borde mismo y una vez allí dejé caer mi cuerpo hacia el suelo, ya la alfombra amortiguaría el impacto. Una vez allí, mientras sentía el suave tacto de la lana en mi cara, pensé en cual sería la mejor manera de ponerme en pie. Decidí que lo más sencillo era ponerme primero a cuatro patas, las manos me habían quedado por debajo, así que no sería complicado, levantando ligeramente el pecho, moverlas y apoyarlas en el suelo para luego, haciendo fuerza, elevar el tronco. A esas alturas ya estaría la mitad del trabajo hecho, sólo tendría que doblar una pierna hasta apoyar la rodilla, para luego hacer la misma operación con la otra. Ahí tan sólo me quedaría, con un suave balanceo hacia atrás, apoyar la planta de los pies, estirar las piernas, y ya me habría levantado. Pero había olvidado considerar un detalle que sin duda, modificaría la secuencia de los movimientos planeados. La sábana había quedado atrapada entre mis piernas. A la altura de los pies una bola blanca amenazaba con complicarme las cosas. Y de repente sonó el teléfono. Por supuesto no pensaba cogerlo pero hoy debía estar temprano en la oficina, así que podría ser Ana. Cuando dejó de sonar, y decidí que debía olvidar temporalmente lo de levantarme y concentrarme en sacar una mano de debajo del cuerpo, para alzarla hasta el teléfono y así poder descolgarlo la próxima vez que llamaran, apretar el botón del altavoz y resignarme a hablar desde allí. Así que eso hice cuando volvió a sonar y efectivamente escuché la voz de Ana.
      -Oye
      -Sí Ana, grité yo
      -Oye que no te oigo
      -¡Anaa!
      -Ahora mejor
      -¡diiime!
      -¿Que haces ahí todavía?
      Miré el reloj y eran ya las 9 y 20. Hice mis cálculos.
      -Lo siento pero me ha surgido un imprevisto, no llego a tiempo.
      -¿Que?
      -Que noo llegoo a tiempoo
      -Ya, ya te oí, pero es que me parece increíble que me lo digas ahora.
      -Te lo digoo ahoora porque es ahora cuando puedo decírtelooo
      -¿No me ibas a llamar para avisarme?
      -Pues… ahoora mismo noo
      -Ah no? Pues luego no me llames para decirme que quieres trabajar.
      -Lo sientoo, es que tengo un problemaa, no me da tiempoo.
      -Sí, pero no me vuelvas a llamar para decirme que quieres trabajar.

      Así que soy una mujer con suerte, perdí mi empleo y hoy pude disfrutar durante todo el día del tacto de la alfombra.
      Regina Zerené

      imagen original en:
      http://perversasubalternidad.tumblr.com

      La Candelaria de Adeje

                                                                                                        Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

      ...más leidos