Esta pintura representa a un "niño grande" que vive en Cuba, un luchador para la causa, llegará hasta el final de los proyectos que se plantee. Tamayo, lleva un revolucionario en su corazón, y qué es un revolucionario sino un niño inconformista, un joven rebelde un hombre consecuente. Me gusta mucho esta persona, en constante conflicto interior que se reinventa una y mil veces. Sabemos que las comunicaciones en Cuba van paralelas y coinciden en pocos puntos con las comunicaciones occidentales que prentenden otros intereses. Me gustaría que llegara este pequeño homenaje a su recinto, lo apreciamos en lo que vale, que es mucho, y le enviamos un abrazo cargado de amor y buenos deseos.
Jorge Tamayo, Cuba, 1998
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