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martes, 26 de agosto de 2014

Adiós agosto, adiós

"A mi me parece que los peces ya no quieren salir de la pecera, casi nunca tocan el vidrio con la nariz."
"Rayuela" :  Julio Cortázar


Se va agosto, las calles hasta ahora vacías de Santa Cruz empiezan tímidamente a recobrar la actividad, alguna gente regresa de algún viaje, de alguna negación, de algún abandono o simplemente de pasar días enteros en casa en pijama, la situación no permite veranear como en tiempos que parecen muy remotos, ha hecho mucho calor este agosto, se aprueban las prospecciones petrolíferas en nuestras playas, se lanza el globo sonda del pucherazo electoral para las próximas municipales, el supermercado no pone el aire acondicionado ni contrata personal extra para suplir a quienes se han ido de vacaciones y las colas en la caja son tan largas y calientes como las de "la autopista del Sur", de Cortázar:  «Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, ...» se cumple el centenario de su nacimiento y veo un documental en el que aparece él contando cosas de su infancia, de Buenos Aires, de París o recitando ese cuento inefable de la gota de agua, que se aferra a la ventana de madera, en un día lluvioso del París cortaziano, habla también de Nicaragua y su compromiso personal con los pueblos que luchan contra el imperialismo, han pasado veinticinco años desde que se rodó ese documental, poco antes de su partida, habla con ese acento singular porteño-francés y sus palabras vibran como la panza de la gotita de agua aferrada a la madera. Tal vez este agosto más que nunca me hace falta Julio, para llorar juntos aunque fuera en la distancia geográfica, la muerte de todos esos niños asesinados en Palestina, por los mismos asesinos que pagaban la Contra en Nicaragua y los condenaban a gastar sus fuerzas en luchar por su independencia como pueblo en lugar de hacerlo en desarrollo, allí estaban pasando cosas entonces y tú los visitabas cada año, puntualmente, y les daba voz internacionalmente con una honradez intelectual que ya quisieran muchos tener.

Este agosto en Palestina parece que solo hay muerte y desolación pero detrás también hay un pueblo que resiste, sé que lo dirías si estuvieras a este lado del espejo ahora mismo.

Qué rápido pasan cien años cuando se trata de alguien como tú que tiene la particularidad de estar hecho del mismo material que el tiempo, ese constructo tan discutible, y qué rápido ha pasado este verano, entre los discursos triunfalistas que llegan desde el Poder y la realidad de un país muerto, hueco por dentro, como un cadáver al que las hormigas han devorado toda la materia dejando solo la piel, como el último de los Buendía, cuyo feto: seria arrastrado por las hormigas en medio del patio, profecía que abre y cierra "Cien años de soledad", otra obra que junto a "Rayuela" reposará siempre en el anaquel de los imprescindibles para toda la eternidad, de tu amigo Gabo, otro ser hecho de la misma materia que el tiempo como tú y que nos dejó este año, aunque no fue en agosto sino en abril.

España está igual de muerta y de hueca que el feto de los Buendia y no por culpa del incesto sino por la corrupción, la ignorancia cerril y la intolerancia frente al progreso, que afectan por igual a los tres Poderes que vertebran la Constitución y que dura desde antes de la misma.

Adiós agosto, adiós, que te vaya bien, y vuelve el próximo años con un poco más de esperanza para la gente machacada que sufre este castigo, como si hubieran fornicado hermanas con hermanos procreando un feto maldito, pero los que hemos sido devorados por las hormigas somos la gente, y lo que arrastran las hormigas por la historia no es un feto sino «los nadie» que diría Eduardo Galeano.

Adiós agosto, adiós 

Juana Santana

miércoles, 17 de julio de 2013

Mi gata te echa de menos


«Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.

Fragmento de Rayuela
Julio Cortázar 


 
En España andábamos en plena transición, indignados con la dictadura y asustados con el ruido de sables que acompañaba a todos y cada uno de los actos de reafirmación de nuestras libertades, al tiempo que esperanzados por primera vez con algo llamado futuro, constructo que nuestros padres nunca manejaron muy bien, asustados como estaban sobreviviendo a un presente sombrío y triste cuando no aterrador.
Se nos presentaba un futuro edulcorado y moderno envuelto en papel couché con mujeres enseñando tetas turgentes, sesudos análisis políticos de la actualidad o crímenes horrendos de la España profunda, destinados a poblar nuestras pesadillas y nuestras masturbaciones a escondidas de una Iglesia inquisidora, piedra de sísifo particular de cada cual, en una escalada cotidiana al cielo desde los más profundos abismos de la conciencia afiebrada por la moral y la superstición. Igual que ahora la religión castrante siempre al servicio del poder igualmente castrante.
Por aquel entonces la revista Lib se ocupó de formarnos en materia de sexualidad, y el periódico El Caso de los sucesos más sangrientos y morbosos.
España se llenó de cartelería electoral y mucha gente salimos de la clandestinidad a formar parte del voluntariado de una recién nacida democracia que había que llevar en brazos, con mucho esmero como corresponde a cualquier recíén nacido.
Leíamos mucho más que ahora y uno de los libros que nos íbamos pasando de mano en mano era Rayuela, recientemente ha cumplido cincuenta años, es más vieja que nuestra democracia y sin embargo sigue latiendo fresca como gotas de rocío en la cuerda del tiempo, con el perfume que tienen las palabras alineadas de forma que construyen universos únicos y perfectamente reconocibles por cada cual, y que a cada cual le evoca su propio olor, a saber el olor de la esperanza, del amor, del miedo. No necesita saber mucho más que el conocimiento que emana de Rayuela ni transitar muchos más senderos intrincados para aprehender que estamos vivos, desnudos y vulnerables frente al amor, la muerte o la lucha por los derechos y la dignidad.
En Rayuela también está la belleza, la poesía, el arte, la música. Es Julio Cortázar el hacedor de un mundo completo, con todo detalle y con absoluto conocimiento de la naturaleza humana.
Se cumplen cincuenta años de Rayuela y quienes la conocimos en plena adolescencia compartida, la nuestra y la de la novela, asistimos al desmoronamiento del mundo que creímos construir entonces, los reyes resultaron ser villanos, Roma si pagaba traidores y ningún político tuvo nunca los bolsillos de cristal como decía en aquel entonces Enrique Tierno Galván.
Es tan hermosa y perfecta Rayuela que han pasado cincuenta años y permanece fresca , lúcida y erguida en el solar de nuestra estupefacción.
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La Candelaria de Adeje

                                                                                                  Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

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