Cenizas y Cruces 2 |
Conocí a María Coira
gracias a las redes sociales, no hizo falta mucho tiempo para darme
cuenta que estaba ante una mujer inteligente, comprometida,
extremadamente sensible y a veces frágil, en un formato limitado a
ciento cuarenta caracteres. Luego vino su voz, dulce, melodiosa,
tranquila y finalmente y como un mazazo su obra, de una contundencia
tal que me ha mantenido muda durante meses, con la exposición virtual
montada a la espera de estas humildes palabras. No está a mi alcance
hacer un estudio crítico por lo que me limitaré a hablarles de mis
sensaciones. María Coira
conecta directamente con los paisajes que habitan en mi subconsciente,
láminas en blanco de superficies rasgadas, superpuestas, remendadas,
como la memoria, que aunque tratamos de mantenerla limpia y transparente
sin quebrantos, no podemos disimular los zurcidos, el blanco
superpuesto sobre los rotos que produce este deporte de riesgo que es
vivir, trata de ser un bálsamo fabricado por esta Meiga que sufre sola, y
con una suerte de alquimia, nos devuelve una realidad más dulcificada,
el blanco tapa el dolor pero no lo elimina, no es terso ni virginal
tiene accidentes porque rezuma humanidad. Las espirales de María
Zambrano, el refugio en blanco de la inteligencia una solución a la
barbarie de la cual la autora es plenamente consciente y la combate
desde dentro, localizándola y poniéndole nombre y apellido. A veces la
isla se vuelve sangre, el mar también sangra, no se contiene, no se
priva y nos rasga el blanco con su gran secreto, el rojo. Tremendamente
comprometida, no es ajena ni al feminicidio ni al genocidio de la franja
de Gaza, la vida y la muerte, las cenizas y las cruces, el rojo el
blanco, apenas unas hojas que tiritan de frío o de miedo, recreación del
enigmático universo femenino, violentado una y otra vez por la
barbarie. María Coira es nuestra propuesta y para quienes no la conocían, como yo, será un gran descubrimiento.
Juana Santana
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