Hoy
reflexionaba sobre la desigualdad, miseria, abandono y lejanía que
hemos sufrido siempre en Canarias, agravado por gobernantes sin
escrúpulos que han hecho de la ignorancia de este pueblo su
principal seguro de vida.
Paseando
por una calle, suburbial, de un barrio a su vez suburbio de mi
ciudad, reducto, donde las relaciones de fuerza y de poder se han
ido configurando en una suerte de nepotismo fatal e inevitable como
si fuera una lacra o enfermedad incurable que sufren, a mayor escala,
la Isla de Tenerife y el archipiélago canario y a escala
estratosférica el Estado español.
Andaba
por la calle sin prisa, como me gusta a mi, me iba deleitando con
los sonidos y las conversaciones provenientes de los pequeños
negocios que sobreviven en este lugar, y que sorprenden por doble
motivo, primero porque la crisis económica de la zona euro ha sido
como un tsunami arrasando la pequeña empresa, los carteles rojos de
se vende, se alquila o se traspasa son un sarpullido que se extiende
por todo el país, como una varicela arquitectónica sistémica de
los tiempos modernos, orgullo del neoliberalismo. Y en segundo lugar,
por la persistencia de esos pequeños negocios en este reducto
suburbial extraña por su propia naturaleza, zapateros remendones,
costureras, carniceros, pescaderos, libreros, alguna relojería,
barberías y peluquerías de señoras, oficios y ofertas minoristas
que agonizan en una economía globalizada, donde las multinacionales
se asientan en grandes centros comerciales, a los que la gente acude
en masa dando la espalda a este comercio familiar de toda la vida.
Allí
lavan el coche, compran la comida, la ropa y finalmente se cortan el
pelo, toman algo en una cafetería y compran lotería por si hubiera
suerte. Todo ello sin salir de un recinto acotado e impersonal donde
la máquina suple a la persona todo lo posible, con el tiempo
mandaremos a comprar a nuestro robot y ni siquiera los clientes serán
humanos.
Lo
más pintoresco de mi paseo es el acento de las conversaciones el
gracejo cubano, venezolano, colombiano, boliviano, junto con el
canario, que me llegan a retazos según voy pasando por las puertas
de las tiendas, no termino de ver la ganancia de todas estas personas
que en su día emigraron aquí para buscar una vida mejor y un futuro
para sus hijos.
En
este barrio el tiempo se paró en los años 70, la estética,
mostradores de madera y vitrinas de cristal, los suelos muy gastados
de granito y las estanterías quejumbrosas ofreciendo género urgente
y precario para salir del paso.
Las
mujeres del barrio en sus jabitas de nylon llevan el pan y las
viandas como si estuvieran en Centro Habana, muchas de ellas llegaron
de allí buscando mejorar y ahora tienen que lidiar con la misma
miseria material pero muy lejos de casa, en un mundo mucho más
despiadado y hostil, sin valores, donde todo quedó varado sin
previo aviso, muchas preparan el retorno a sus países de origen,
que emergen y tienen muchas más oportunidades que ofrecerles que la
vieja y siempre desdeñosa Europa.
Dijo
alguien en una ocasión, cuando vayas adelantando a alguien con tu
automóvil sonríe al pasar a su lado, nunca sabes en qué momento te
puede adelantar a ti.
Canarias
es la comunidad autónoma del Estado español donde más ha crecido
la pobreza desde el año 2008 hasta la fecha, se va alejando
peligrosamente del resto del Estado, en una desigualdad social que
crece a ojos vistas.
Paulino
Rivero, presidente del gobierno canario,no solo no ofrece soluciones
o hace una deseable autocrítica, sino que ha dicho con total
desfachatez que: la “desigualdad creciente” con respecto al
resto del Estado obedece exclusivamente a las políticas de recortes
de Mariano Rajoy.
Ninguna
mención, por supuesto, al modelo de crecimiento de las Islas
Canarias de
los últimos treinta años aplicado
por todos los ejecutivos de su signo político y de otros, con las
diferentes coaliciones y componendas habidas siempre para seguir
controlando el poder y perpetuar el nepotismo con total impunidad.
Dicho
modelo basado en el monocultivo del turismo, la construcción
descontrolada, que animó a muchos jóvenes a dejar las aulas, aún
antes de terminar sus estudios obligatorios, para trabajar en el
ladrillo, desbocado, especulativo, con las bendiciones de una clase
política canaria avariciosa y corrupta, que siempre ha fomentado
desde arriba una juventud inculta, sin cualificación profesional,
acrítica con el poder, a la que venderle su nacionalismo de garrafón
cada cuatro años, para luego ir a Madrid a intercambiar favores a
cambio de capital para seguir financiado sus privilegios caciquiles.
Esta
clase política no estaba preparada para afrontar el desastre
económico y el desempleo posterior, Cuando pincha la burbuja
inmobiliaria, acostumbrada a medrar sin esfuerzo por ser hijo, primo
o conocido de, habían dilapidado los fondos europeos destinados a
estimular el empleo y el bienestar general, repartiéndosela entre
ellos mismos, como han hecho siempre, conocidos y vergonzantes son
los gastos de viajes, hoteles, fiestas, coches oficiales y prebendas
de una ralea que acapara el ochenta por ciento de la riqueza siendo
solo el dos por ciento de la población.
El
nepotismo en Canarias es la forma genuina de gobernar y se remonta a
los tiempos de la Conquista, son los mismos descendientes de los
conquistadores y, algunos autóctonos que no dudaron en elegir a
quién tenían que servir desde el primer momento, los que lo han
ejercido impunemente a lo largo del tiempo.
Juana Santana
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