El trabajo «Senda y
Camino» que Rocío Eslava colgó durante febrero y marzo en La Maga conectaba misteriosamente con los paisajes que conformaron la
infancia y el carácter de uno de los personajes principales de mi
última novela mujeres con gafas de luna, Francisca, «que había
nacido en las laderas de un desfiladero rocoso, casi tocando el
cielo, por un lado y anhelando la costa, por otro, el mar y el cielo,
lejos y cerca» Rocío y yo somos dos mujeres creadoras
pertenecientes a generaciones diferentes sin embargo ambas subyugadas
ante el mismo paisaje, el paisaje de Francisca mujer de una
generación anterior a la nuestra, fascinadas las tres mujeres por
«la laurisilva, el brezo, el helecho, el musgo fresco detrás
casi humedeciendo de por vida la ropa, los utensilios, los huesos...»
el arte es mágico y tiene sus propias reglas y solo cuando se ponen
en pie los sueños, en forma de libro de fotos, de cuadros, de
película o de canción es cuando podemos asombrarnos de las
coincidencias, las cuales no obedecen a ninguna regla conocida por el
método y ni mucho menos por la lógica, el tiempo no existe, el
tiempo es una cuerda tirante infinita donde las personas, las cosas,
los paisajes se columpian eternamente, como gotas de agua al albur
del aire que sopla también por un azar inexplicable, las gotas se
columpian se engordan, se adelgazan, se desplazan por la cuerda y ahí
es donde se producen los milagros del arte, siempre es el mismo
libro, la misma canción, la misma foto, todo está suspendido en ese
limbo infinito y nosotras somos meras transmisoras, los verodes que
fotografía Rocío en el monte son los mismo que acompañan a Lucia,
la protagonista de mujeres con gafas de luna, en un paseo por la
parte vieja de la ciudad «miraba los verodes en las tejas, junto
con las viejas casas de enfrente, me sentí acompañada mientras
caminaba entre ellas...» la Kleinia
neriifolia, nombre científico del verode es una planta endémica de
las islas canarias, siempre formó parte de nuestra memoria
colectiva, me emociona Rocío, que viene de otras tierras con otros
arquetipos, como en un click de su cámara la incorpora a la suya , y
nos la devuelve como una verdad revelada absolutamente nueva.
La
historia que cuentan las láminas de la neblina es una historia
inquietante que a ningún espectador deja indiferente, la vieja
carretera estrecha y sinuosa suspendida en el risco, la niebla
cubriéndolo todo, adentrarse en esa espesura mirar a los lados y ver
las rocas fantasmales apenas dibujadas en un paisaje de cuento
fantástico, de orcos y elfos o de guanches prehispánicos, de gente
curtida en cualquier caso, que aunque no aparecen por ningún lado,
una sabe que están ahí, que habitan en la espesura de la niebla
como nuestros sueños y nuestras pesadillas.
Fue una
grata experiencia tener en nuestras paredes las fotos de Rocío
Eslava, a nadie fue indiferente, le agradezco mucho el esfuerzo hecho
para colgar las fotos y compartir su rico e inasible mundo interior.
Rocio Eslava web
Juana Santana