Sección dedicada al
comentario de la actualidad económica.
“No
sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa”
J. Ortega y Gasset.
Por F. Herráiz
21 de Diciembre de 2011. Hoy hablamos de:
Cuando la cosa económica se tuerce, es costumbre antigua de la casa (Reino de España) mirar a Alemania. O más exactamente, comenzamos contemplándonos el ombligo pero como a la larga cansa, acabamos fijándonos y comparándonos con los germanos.
Alemania es una gran nación (ahora todos lo somos) de 90 millones de habitantes con una economía centrada en la exportación y un sistema de protección social consolidado.
Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando salimos tan mal parados. Pero lo que aquí en el Reino nos hace salivar de envidia son las cifras de desempleo:
Alemania: 6%
España: 23 %
Canarias: 29,2 %
¿Cómo han conseguido los teutones
reducir este porcentaje en plena crisis? Se le ha dado muchas vueltas
al asunto..., que si el modelo de contratación y despido..., que si
el sistema de reparto del trabajo..., los niveles de inversión de
las empresas... Lo cierto es que nadie nos ha hablado de Hartz IV.
Una revolución silenciosa que está teniendo lugar en el vecino del
norte.
Alrededor de 2000, la dirigencia
germana se percató de un fenómeno curioso: a pesar de estar
inmersos en un ciclo de expansión económica el paro aumentaba.
Desde el punto de vista liberal, las cuentas no cuadraban. Para
investigar el asunto se nombró una comisión de 15 miembros
encabezada por Peter Hartz, (más adelante director de personal de
Volkswagen) que se reunió el 22 de Febrero de 2002.
El resultado fueron una serie de
recomendaciones conocidas como Hartz I, II, III y IV. Estas últimas
fueron incluidas por el entonces canciller
Schröder en la Agenda 2010 y entraron en vigor el 1 de Enero
de 2005. A grandes rasgos, los resultados de estas reformas han sido
los siguientes:
-A finales de 2010 unos 6,5 millones de
alemanes (8,4% de la población total) vivían exclusivamente del
programa Hartz IV. Se trata de parados de larga duración y familias
sin recursos que al incorporarse al mismo dejan de figurar en las
listas de desempleo. Hartz IV incluye las siguientes prestaciones:
- -Pago de alquileres.
- -Pago de calefacción
- -Pago de conexión a Internet
- -Pago de gastos de mudanza en caso de cambio de domicilio.
- -Subvenciones en el transporte público.
- -Considerables ventajas fiscales.
- -380 € mensuales por cada adulto de la unidad familiar, más 220 por cada hijo.
Además se mantienen el resto de
prestaciones comunes a toda la población: educación y sanidad
gratuita, dependencia, etc. A cambio, los receptores deben realizar
trabajos ocasionales de interés comunitario como barrer parques,
colocar alumbrado público...., cobrando una cantidad simbólica de
1€ la hora.
Estas medidas han provocado una fuerte
sacudida en la psicología laboral del país. Aunque desde luego
existe la picaresca y se trabaja “en negro”, la mayoría de los
beneficiarios se sienten avergonzados y es de mal gusto comentar la
situación con amigos y familiares, pues la pertenencia a Hartz IV se
considera una desgracia.
Con la llegada al poder de Ángela
Merkel y sus aliados liberales del FDP, el entramado fue puesto en
cuestión. Estos últimos argumentaban que dada la situación de
crisis y los recortes salariales, estaba empezando a ser más
rentable quedarse en casa que ir a trabajar. Sin embargo, en Febrero
de 2010, el Tribunal Constitucional desactivó los intentos de
recortar el programa, pues consideró que atentaban contra el
artículo 1º de la constitución, donde se establece que todos los
ciudadanos tienen derecho a una vida digna.
La cosa da que pensar. Ya no está tan
claro que es trabajo y que no lo es. Lo que está pasando en
Alemania es una avanzadilla de los debates y decisiones que nos
esperan. El asunto tiene miga, y a poco que se reflexione se
comprende que las consecuencias y las conclusiones son de alcance. De
momento nos limitaremos a dos:
Sin el Hartz IV el índice de paro
en Alemania superaría el 15%.
A pesar de que en público se
manifieste lo contrario, la dirigencia alemana ha comprendido que
incluso en una economía con gran capacidad de exportación, la
introducción de avances tecnológicos en el proceso productivo
destruye puestos de trabajo, generando inevitablemente paro
estructural. El acierto de los paisanos de Merkel ha consistido en
adelantarse a los acontecimientos y prever una salida vital mínima
para la creciente mano de obra sobrante. Es decir, una versión de
la Renta Básica (RB), en este caso centrada en el “pago en
especies” (energía, vivienda, transporte, salud,
comunicaciones...) más que en aportaciones dinerarias. O RB, o
barbarie. El mito alemán sigue vivo.
Seguiremos
informando.