Y ha sido una tarde cualquiera que tuve ocasión de sumirme en el
Universo poético de Cecilia Domínguez llevada de la mano por ella
misma, que como si de un un arrullo se tratara, desgranó con su voz
propia, sin redundar ni un ápice porque la voz de Cecilia es hoy más
propia que nunca, desgranó, digo, media docena de poemas dejando
pasmada a toda la concurrencia, con motivo de la Cartografía
Poética que organiza la librería de mujeres de Santa Cruz de
Tenerife , iba acompañada de Margarita Santana, otra encantadora de
serpientes, pero de su obra ya me ocupé en otra ocasión.¹
Hoy quiero compartir mi emoción y celebrar al mismo tiempo con las
y los lectores de este blog mi suerte por poder disfrutar de una
poeta de este calibre en vivo y en directo.
Adquirí en la
librería su libro Bestiario² y no veía
la hora de regresar a casa para sumergirme en una convulsiva lectura
del mismo, tal fue el deseo y el interés que la autora despertó en
mí en su breve intervención.
Y me adentré en su
Bestiario donde las termitas invisibles pueden morder a placer porque
las mesas de noche apenas vigilan, ya no importa, los huesos no se
ofenden ni se inquietan y la termita-rutina puede devorar lo que va
quedando.
Y la hormiga
laboriosa y disciplinada , me recuerda inevitablemente a la mujer,
laboriosa, trabajadora, poeta, madre que después de tanto observar
la hormiga y al no encontrar respuestas decide salirse de la fila
para goce nuestro, que la disfrutamos hoy más plena que nunca.
Y al grillo cargado
de nostalgia ¿quién no le ha pedido al grillo sus alas alguna vez
para “volver al tiempo”, que dejamos abandonado “sobre el agua”
Como hace Cecilia? Lo hemos hecho todos en un entrañable ejercicio
de la memoria de veranos inconfesables, menos mal que está la
cigarra, tan certera, dictaminando, es cierto Cecilia, “Toda la
vida/cabe en un solo verano”.
Sospechamos del
componente filosófico de la poesía de Cecilia Domínguez o del
componente poético de las preguntas filosóficas de la poeta, que,
tal y como dice la autora, contestando a una pregunta del maestro de
ceremonias del acto, es la misma cosa y es que si la poesía no
interroga, no indaga en la naturaleza humana, igual que la filosofía,
no es poesía, las dos disciplinas son como hermanas siamesas
condenadas a ir juntas a todas partes. Y no hay respuestas solo
preguntas a cuál más tozuda , así es como la mosca que insiste a
pesar de todo en darse golpes contra el cristal “que cree aire”,
es un resumen escueto duro y descarnado de la existencia, en un
somero verso.
Y qué decir de la
rata, que nos muerde donde nos duele, tan vulnerables somos, que la
rata sabe dejarnos intacto “el miedo y la certeza”.
Que gran maestra de
la vida es esta poeta que nos enseña con tanta sencillez que la
realidad importa mucho menos que el deseo, cuando el perro “se
creía caballo” “pues llevaba el deseo/de un niño sobre el
lomo”.
No se fía del
cordero y le ruega que si es León la devore de un bocado, le teme
más al desengaño que a la muerte, será porque de todas las muertes
la de la inocencia es la peor de todas.
No le gustan las
palomas, en eso coincidimos, pero yo recién descubro porque no me
gustan, Cecilia ha puesto el foco encima de esta aversión mía, las
palomas destruyen las piedras, las cosas bellas creada por la
humanidad, Venecia, Notre Dame, igual que nosotros, que destruimos
todo lo que tenemos, todo lo que alcanzamos, no me gustan de tanto
como se me asemejan.
Y qué me dicen de
ese dialogo con la estrella de mar, qué corazón o qué mente puede
ser indiferente a esa sutil belleza de preguntarle a la estrella de
mar si le concede deseos a las olas o los peces leen en ella su
destino.
No cabe duda Cecilia
todos somos un poco como el cangrejo, lo has intuido, y a veces
marchamos hacia atrás “por si aún es tiempo”.
Y con el pez origen
y la morena me despido de ti Cecilia, ese pez origen nos da la sal
impulsora de la vida y el secreto deseo de volar, y a la morena
“serpentina señora” le cuentas que bastó tu canto para que
llegara a ti el tritón deseado y yo te creo.
Juana Santana