lunes, 23 de abril de 2012

La literatura y la llave mágica de los sueños



Sin duda la llave mágica está en los sueños, es la llave que te abre la puerta del tiempo, ese espacio eterno, e intangible sobre el que nosotros habitamos en un período muy delimitado y finito que hemos dado en llamar vida y así es, nuestra vida es una percepción real, aquí estamos, sufrimos, amamos, reímos, envejecemos y morimos, lo que no es real es la sensación de que el tiempo pasa, no, en absoluto, el tiempo no pasa, pasamos nosotros en ciclos aleatorios, personales e intransferible, nadie sabe cuánto tiempo va a vivir, tiempo contado convencionalmente y que se ha parcelado de manera artificial en segundos minutos, horas ,años, días, semana etc.
No es esa la única ilusión en la que vivimos inmersos sin darnos cuenta, mucha gente cree que la única realidad que existe es la que puede ver y tocar, cuando esa realidad no solo no es la única sino que es una realidad muy pobre, si nos aferramos a ella nos volvemos torpes emocionalmente y cometemos fallos garrafales que normalmente se pagan con dolor del bueno, ese dolor de alma tan difícil de mitigar.
Hoy estaba pensando después de ver un documental en la televisión donde hablaban del descubrimiento del hombre de flores, un hombre pequeñito como un hobbit, que habitó en la isla de Flores en Indonesia hace unos siete mil años, y por si esto fuera poco hablaban también de otro descubrimiento que habían hecho casi al mismo tiempo, un gigante cuyo paso por la tierra fechaban aproximadamente en la misma época que el anterior hobbit, este último fue hallado en China. Ante esto tengo que rendirme a la evidencia, los hobbit y los elfos existieron y J.R. R. Tolkien lo sabia.
Me resulta más fácil de creer que toda la obra literaria de J.R.R. Tolkien le fue revelada mediante los sueños, que efectivamente imaginar una mente humana capaz de inventar el mundo como una especie de dios, creando criaturas, ríos, montañas, ciudades ciénagas infiernos lenguas y arquetipos psicológicos, un mundo en definitiva no muy distinto del nuestro en cuanto a los dos pilares fundamentales que sustentan la vida, a saber, el bien y el mal y su combinatoria azarosa que causa no pocas vicisitudes a la especie humana.
Es cierto que el escritor británico era un hombre muy sabio, pero aún así, me cuadra más pensar que él posiblemente mediante el sueño, que es el momento más idóneo para ello porque nuestra terca racionalidad ofrece menos resistencia a otras realidades, en ese momento de abandono del ego cuando están todos los canales de la percepción abiertos, recibió toda la información necesaria y pudo escribir sus obras magníficas, que nos hablan de como era la tierra antes, con esos seres fantásticos, donde elfos, duendes, hobbits, caballeros negros, orcos y trolls luchaban cada uno por imponer sus criterios o lograr sus objetivos; igualito que ahora, nada ha cambiado tanto después de todo, seguramente ese mundo fantástico sigue existiendo en este instante pero en otra frecuencia de la cuerda diferente a esta en la que estamos ahora.
Del mismo modo Julio Verne en pleno siglo XVIII vislumbró cosas tan increíbles como la televisión o los viajes espaciales, el submarino etc.
El viaje de Verne fue a la inversa del de Tolkien, él viajó al futuro y vio cosas que ninguna mente de sus coetáneos hubiera podido ni imaginar y ¿por qué? Pues no cabe duda que Julio Verne era un hombre de una curiosidad intelectual insaciable, leía todo lo que cayera en sus manos de divulgación científica, además de poseer sensibilidad para la poesía y el arte en general, pero nada de esto es suficiente para explicar su clarividencia y como pudo adelantarse a su tiempo, ver y plasmar el futuro de esa manera tan exacta no es posible sin una revelación, sin ese adentrarse en otra frecuencia de la cuerda y penetrar en otra realidad, a mucha gente le ocurrirá pero solo algunos son capaces de contarlo después.
Y les guste o no los únicos seres capaces de volver del trance y recordar lo visto, ordenarlo, darle cuerpo y construir historias que después son legadas a la humanidad en forma de libros, somos los escritores y las escritoras, me incluyo orgullosa en ese grupo porque yo siempre defendí la preexistencia de los libros en otro plano, y el papel del escritor como mero demiurgo del que se vale la obra para ser creada.
Los libros laten en la cuerda como gotas de rocío temblorosas y frescas, esperando nada más el sueño que los revele y le de sentido a su existencia, naciendo para ser leídos y compartidos.
Del mismo modo defendí también la no existencia del tiempo, al menos del modo convencional como lo hemos definido hasta ahora, es posible que todas esas verdades me hayan sido reveladas en mis sueños, y cierto es que los recientes descubrimientos científicos tienden a volver a formular muchas cosas que parecían inamovibles, una de ellas el concepto del tiempo.
Quién le iba a decir a George Orwell que su Gran Hermano iba a ser una realidad, que la humanidad conocería un tiempo, donde el ojo que todo lo ve entraría en nuestras parcelas más intimas para vigilar y controlar nuestro pensamiento, La televisión preside nuestras casas y elabora lo que debemos pensar en cada momento.
Los libros son los únicos que de verdad escapan a ese mundo terrible y Orweliano en el que vivimos sin percatarnos, porque la literatura se gesta siempre en los sueños y nos nace para ayudarnos a comprender la magia de la vida.

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martes, 17 de abril de 2012

ANIMALES: LA MANO EN EL FUEGO.




  En el académico y poco práctico (vitalmente hablando) panorama filosófico actual, seguimos jugando con prejuicios que se alojan en lo invisible. Puede que exista uno tan cercano que sólo nos requiera una rascada: el remoto e insondable prejuicio de creernos mejores, más capaces para la supervivencia que el resto de animales.
¡Oh, nosotros los que dimos a cada cosa su nombre! ¡Oscuros símbolos tiranos-prisiones! ¡Y qué nombre! ¡Qué nombres de finales! Las palabras agotan y aburren a todo lo efímero. ¿Qué sería de una hoja sin su nombre? Seguiría siendo. Pero.., ¿por qué me ahogo entre las palabras si son la llave de la inmortalidad? Nietzsche no iba mal encaminado. Hemos creído doblegar hasta al más fiero de los animales a través de nuestro peculiar cantar. ¡Oh sí, demasiadas palabras, demasiada purga en ellas! Nos donan la inteligencia, la especialización cerebral y la posibilidad de ser a imagen y semejanza de Dios, una suerte de mascota de Hollywood que anima a los mortales a ser buenos a base de escopetazos.  Pero, ¿tanta especialización cerebral? ¿En nombre de qué?

Ya en su sexta edición, Darwin intuía que se le vendría encima el darwinismo social, por lo que trató de hacer frente a las críticas de los defensores del libre albedrío. Éste biólogo ha sido mal interpretado por la mayoría de la filosofía posterior: su concepto central es el de supervivencia. No obstante, el darwinismo social siempre ha querido extrapolar el armazón conceptual biológico de su obra al estudio de las sociedades humanas. Y lo ha hecho relacionando el concepto de supervivencia con el de lucha. La supervivencia ha pasado a significar la lucha por la supervivencia. Mi pregunta es: ¿lucha contra qué? ¿Contra el resto de especies? ¿Contra la naturaleza en general? O quizá extrapolándolo al ámbito social, ¿contra el resto de miembros de nuestra propia especie?

jueves, 12 de abril de 2012

Poesía




  
   Como todos sabéis el loquinario trata de ser un muro, un foro, una palestra o un ágora donde la gente discuta, proponga y exhiba ideas o inquietudes artísticas y estéticas. Empezando por el campo de la economía, la critica o la literatura en sus diferentes facetas, narrativa, poética, ensayo y divulgación. y continuando con otras disciplinas que nos interesan mucho como la plástica, poniendo a disposición de cualquiera que tenga una propuesta interesante en pintura, fotografía, grafitti etc. nuestras paredes virtuales.
    Siendo fieles a esa idea hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes tres poemas de un joven poeta peruano, RodrigoTarazona, un día por azar pasó por nuestro blog y se quedó, le agradecemos su generosidad para compartir con todos y todas ese mundo tan intimo y personal que vislumbramos a través de su poesía, permaneceremos atentos a la evolución de este creador que hoy nos nace en nuestro modesto espacio. Gracias Rodrigo.
 Juana Santana

Que haré
Con
Estos
Mis pasos ambulantes?
Mi impredecible humanidad….
Ahora que el cansancio me acosa
Y
En mi puerta
Hacen cola,
Ávida y sigilosamente
Todas las "seguridades"
Con sus catálogos de vidas artificiales…

Que haré?
Ahora
Con este
Canto aprendido
Ahora que todos se callan
Y me callan….
 

1.
//……¿Dónde estoy?
¿Dónde?
Acaso
Acurrucado

En
Algún
Lugar de mis temores
O
En pleno cenit
Gritando
Mis sueños…

¿Dónde Estoy? ¿Dónde?

Me parece lejana,
Inmediatamente,
Esta geografía cotidiana…//


2.
Mujer
De los ojos buenos,
Mujer
De sonrisa silenciosa…
Mujer pan,
Mujer canto,
Trascienden en
Mi vida,
Mis palabras,
Resbalan
Mis versos
Impertinosamente.

Ausencia,
Avasalladora presencia,
Desconoces el limite,
El tiempo.

Abarcas
Toda
Geografía posible,
Mujer
De los ojos buenos,
Somos dos
Regalos para estos, sus días..

Como
Pena
La muerte entre
Muchas manos
Mujer humana
Mujer inmensa
Mujer incompensable
Mujer amante
Mujer tiempo
Mujer pensamiento
Mujer
Mujer
De los ojos buenos
Vas
Mas allá
De los deseos
y haces melodía….tu melodía .
Rodrigo Tarazona








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sábado, 7 de abril de 2012

“LA DANZA DE LOS ENANOS” Y “LA DANZA DE LAS ENANAS”

La autora nos muestra dos tradiciones equidistantes pero con grandes coincidencias. La tradición de los enanos en Santa Cruz de La Palma (Canarias) y la de las enanas en la Villa de Los Santos (Panamá), si quieres leer el trabajo de Montse Ríos,  descárgate el documento aquí

...El rito de vestir al enano es otro de los secretos mejor guardados, e implica horas y horas hasta conseguirlo. Hay que construir materialmente sobre el cuerpo del danzante al enano, cuyo trabajo, hecho en casas particulares que conservan la tradición, y en el que trabajan afanosamente, con telas, adornos, trapos y puntadas, las manos ágiles de las personas que tradicionalmente lo han ido haciendo conjuntamente con las nuevas generaciones que se inician en el proceso...
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viernes, 30 de marzo de 2012

ELOGIO A MUJERES CON GAFAS DE LUNA








Queridos e inexistentes amigos/as
Les recomiendo la lectura de esta obra por muchas más razones que las siguientes:
Empezando por el título «Mujeres con gafas de luna», más que una metáfora, es una fractal de Mandelbrot, una fuente, un manantial, un surtidor de metáforas… ¡qué espléndido! ¡qué abismático! Su magnífica portada, ideográfica, sintetizadora, sugestiva, para mi, significa "Kultura Popular Kanaria". Una perla que no debe pasar desapercibida es la dedicatoria del libro «a los arboles», qué nivel!...
Si nos centramos en su rico contenido, creo que «debemos esperar lo inesperado, sino no lo encontraremos» (Heráclito); particularmente, paso a hacer unos humildes comentarios, dada mi abundante ignorancia, escasa inteligencia, minúsculo, agujerado y fragmentado conocimiento, y, mi, cada vez más, gran ociosidad.
¡Alerta!, aviso para navegantes, os advierto y apercibo, de que para mí, este libro es una verdadera «obra de arte», es la obra culminante de la autora y como tal, imposible de abarcar en todas y cada una de sus facetas (sin menoscabo de lo que pueda seguir escribiendo en el futuro).
El que busca a un sabio, tiene que serlo el mismo antes (Empédocles)… yo no lo soy… que pena…
Esta obra corta, que se lee muy a gusto en un par de horas, como cualquier otra obra de arte, a mi juicio, conecta cada uno de los elementos, objetos, personajes y conceptos de los que trata, con el resto del Universo, como la vida misma, todo conectado con todo. Todo lo cual dificulta enormemente su crítica o comentario sin dañarla. Su autora mediante un nexo mágico, plasmático, no visible, “no tangible”, deja todos sus elementos interconectados y formando parte de la realidad intemporal en la cual inmediatamente quedamos dulcemente atrapados; nos hace revivir las reminiscencias que en algún lugar se esconden, tal vez, en nuestras «células madres» y en sus genes, que como canarios poseemos, queramos o no…
He oído comentar que este libro es la historia de una mujer joven, a otros, de una mujer mayor, a otros, de una niña en que la autora se auto-identifica, ¡qué disparate!, respetable, pero disparate. Qué difícil y falso es comentar un libro, criticarlo, entenderlo, resaltarlo, cuando se hace por compromiso, donde se oculta lo que verdaderamente se siente y se disfraza o dice, pobremente, lo que conviene, lo que interesa. Creo, por suerte, que no es mi caso.
Conozco menos de lo que quisiera a su autora; pero, ya en el relato «Nunca me regalaste una flor», un libro duro, emboscado, durísimo, crudo, desesperado, cruel si se quiere, pero lúcido, sufrido, padecido y vivido; en ese entonces me encontré sorprendentemente con un «diamante en bruto», nada más, pero, nada menos… Ahora en «Mujeres con gafas de luna» me encuentro ese diamante con luz propia, refulgente, iridiscente… culminado…
A mi escaso juicio, veo en la autora, una «rebelde», que se «rebela» (no quiere obedecer) con todas sus fuerzas; ya casi agotada, defraudada por las innumerables luchas entabladas, la mayoría, como no podía ser de otra manera, perdidas o fracasadas; pero aún con la fe, la fuerza y el brío suficiente del que no desiste… del que resiste… de la que se resiste… porque se sabe poseedora de un alma indomable y conocimiento no científico, no cuantitativo, no demostrado, pero sí intuitivo, real, verdadero, auténtico… Por supuesto, no presume de su saber, pero se lo curra y lo defiende hasta el final, con el último hálito o aliento de su pluma...
Si leemos la obra, atenta, sosegada y placenteramente, pronto caeremos en la cuenta de que, tal vez, se pueden añadir o quitar algunas comas, añadir o quitar alguna palabra, pero, la esencia, su sabor, su olor, su calor (un pensamiento imaginario como todas las «cosas», siguiendo a Descartes), su «mensaje social» vertebrador, permanecerá firme e inalterado, atravesando nuestra mente como una flecha a su propio blanco.
La fantasía de la autora, su imaginación, «casi» real, «mejor que real», pues sintetiza portentosamente muchas realidades y las pone a nuestra disposición, permitiendo revivirlas, haciéndolas parte de nuestro propio acervo, de nuestras propias vidas. Creo que en un «mundo actual» desbordado por todas partes con la ingente «información», necesitamos urgentemente autores que «entiendan» y nos sinteticen el abismático mundo en el que vivimos.
Al intentar comentar el libro, me siento desbordado, es totalmente increíble, que en «casi» cada página encontremos valiosísimas perlas, útiles para nuestro conocimiento, formación y disfrute. Por poner uno de tantos ejemplos, en algún momento, de repente, con sublime perspicacia y profunda psicología, la autora nos presenta “una «paradigmática sonrisa», inmune a la medicación, a la alopecia y a la obesidad que tiene el poder de imantar a las personas”. Y así, incontables perlas, hasta «casi» el infinito…
En «casi» cualquier página, por no decir en todas, con innumerables y geniales metáforas, la autora va “desgajando” historias que se entremezclan sutilmente; abriendo a su vez, magistral, esquemáticamente, otras innumerables historias, que el lector se verá obligado, como en una especie de entrenamiento deconstructivo, a construir desde su propio interior, recorriendo y vivenciando sus propias respuestas y experiencias, desde una nueva perspectiva, entrecruzándose al mismo tiempo, con las directrices marcadas por la autora. Después de leerla ya no seremos los mismos de antes… además unos nuevos seres, algunos anónimos, se entrecruzarán y nos acompañarán formando parte de nosotros, de nuestro conocimiento social… Pancho, Feder, la niña, Joaquín y doce más…
A la vuelta de una página inesperada, nos sorprenderá una «lágrima impertinente» propia, pero de placer, porque sentimos con dulce y paralizante añoranza, que «Joaquín» nos abraza en nuestra tierna infancia, sentimos su calor, sus rudos brazos de campesino que apretuja nuestra infantil ingenuidad, nos estrecha contra sí mismo.
…¡Mira la hija de puta!...
Creo que es una superlativa ingenuidad, pensar que la autora se identifica con alguno/s de los personajes. La autora con un magistral toque, esquemáticamente, en dos pinceladas, nos muestra los rasgos sintéticos de los caracteres profundos de la personalidad de los protagonistas (16 en total), facilitando o, tal vez, forzando a que, seamos nosotros los que terminemos de reconstruirlos con nuestro propio bagaje mental, permitiendo y provocando que se sumen a nuestra propia experiencia. 


Más que la importancia de los personajes, que entran en escena en el momento justo para enhebrar la historia e inmediatamente vuelven a desaparecer; yo resaltaría la relación que queda establecida entre ellos, «casi» cotidiana, pero como la realidad misma, profundamente azarosa y mágica, para el que sabe entenderlo. Creo no equivocarme mucho, afirmando que para la genial autora, los verdaderos protagonistas de la obra somos «cada uno» de nosotros, sus lectores.
Por tanto difiero de aquellos que piensan que el libro está hecho y va dirigido a mujeres (¡que absurdo!), o siquiera para entender a las mujeres; sería un reduccionismo innecesario. Detesto los beatos. Siempre me han parecido insoportables las beaterías, tanto los beatos de la virgen de Candelaria, como los beatos de la Cultura, de las Matemáticas o del Feminismo. Sin apropiarme de los derechos, pienso que este libro recoge una Historia con mayúscula, una historia como tiene que ser contada con sus circunstancias y perspectivas, la de la propia autora insospechada y formalmente objetiva. “Hay tantas realidades como puntos de vista, el punto de vista crea el panorama”(Ortega y Gasset). Además, es una dolorosa Historia Canaria, lagunera, de una inmune «casi» Medieval Laguna, y paradójicamente, de noche, tal vez, ultra-moderna y actual.
Con personal visión metafórica, nos muestra los paradójicos y traumáticos errores cometidos en «Nuestra Historia Canaria», recientísima, casi presente, actual; destaca algunos «abusos» ocasionales, o atropellos esporádicos, pero por encima de todo y sobre todo, resalta los verdaderos abusos que son, nada más y nada menos, que los «usos» cotidianos, o sea, los que han degenerado y se han convertido en uso habitual, y que se siguen cometiendo día tras día, en nuestra triste e indolente sociedad canaria, sin que la mayoría, repare en ellos, y se rebele contra toda obediencia cómplice: político, económica, religiosa, social o jurídica.
Visto lo ciego, sordo, frío e inerte que somos como humanos, con las escasas y curtidas fuerzas que le quedan, defraudada en no pocas luchas, en intentos de descuartizamiento de la realidad y de sí misma (“Nunca me regalaste una flor”), ahora por último, más macerada, recogiendo los mil trozos y pedazos, nos ha fabricado psicológica, literalmente, con mucho esfuerzo, y lo que es de agradecer encomiablemente, «con mucho cariño», unas «gafas de luna», para que podamos humanizarnos un poco, para que, al menos de vez en cuando, y todo lo a menudo que queramos, nos las pongamos y nos atrevamos a ver la realidad tal y como es; para ver y mirar de otra forma, auténtica; la realidad de tu sociedad, de tu abuelo, de tu madre, de tu hermana, de tu amigo, y principalmente la nuestra, la realidad propia.
Ahora, preñada de experiencias, vivencias observadas con fino tiento, con paciencia infinita, intenta advertirnos por enésima vez, «que no», que las cosas no son como las estamos diciendo, como creemos vivirlas, que la realidad es otra. Disfrazada de musa nos chilla sorda, cariñosa y silenciosamente; sopla suave, sensualmente en nuestra oreja, en nuestro hipotálamo, para que despertemos de una puñetera vez y no andemos en la somnolencia de los medios de comunicación, abstraídos y apegados a nuestro egoísmo inmediato donde todo se compra y todo se vende, apoyado y basado en la inculcación del miedo por los poderes de siempre: económicos, políticos y religiosos… A los cuales, por supuesto, no les gusta las Gafas de Luna, y desde su «avaricia insaciable» dicen, que son inexactas, exageradas, antisociales…
A pesar de las numerosas cicatrices, huellas de sus innumerables batallas a lo largo de toda su vida (existen indicios razonables de que no solo literariamente) la autora sigue abriéndonos un hueco en su humilde mundo despedazado, junto a su regazo, prometiéndonos verdadero calor humano, y sin perder del todo la esperanza, como Don Quijote, “…magos y duendes podrán arrebatarme los honores y las riquezas, pero jamás el Valor para la lucha”.
Me ha satisfecho mucho la profusidad del «vocabulario canario popular» presente a lo largo de todas las páginas, preciso, certero y bien ejecutado. ¡qué placer!

Al menos en Canarias, creo que el verdadero sentido de la palabra «mago» se utiliza para hacer referencia a una persona poco culta, en el sentido academicista, rural, campesina, y no pocas veces, muy a mi pesar, se le da el sentido de paleto, ignorante, bruto, ingenuo, tonto, bobo… La autora ha sabido de manera sublime, sintética, entrar en lo profundo de la psicología del verdadero «mago canario» y enaltecer sus profundos valores éticos y morales, sentimentales si se quiere, y superponerlos a una altura inalcanzable para los academicistas o doctos en la ciencia… constructos como el «amor» y el «sentido de la vida» son genialmente tratados desde esta perspectiva.
Hay personas que leen, según propia opinión e ignorancia, para pasar el tiempo, y por lo general prefieren libros largos y pesados, como siempre respetable; en mi opinión es mejor leer para: vivir, disfrutar, conocer, sentir, por eso estimo y resalto, «muy mucho» la brevedad y síntesis de esta historia y comparto con B. Gracián “Lo bueno si breve dos veces bueno, y lo malo si corto no tan malo”.
Al igual que hay libros preferentemente infantiles, a mi entender, este es un libro preferentemente para adultos (desde el final de la adolescencia a la vejez). Para los primeros será una fantástica historia canaria, lagunera; luego, poco a poco, a medida que avanzamos en la edad de los lectores, y vamos sumando experiencia, en la lectura de la obra, irán apareciendo, figuras «casi» fantasmagóricas, rasgos de personalidad y carácter, cercanos, conocidos; dimensiones metafísicas del «tiempo» real y movedizo; el rico léxico de palabras «casi» olvidadas, de la cultura popular, que traen a nuestra memoria magníficos recuerdos perdurables; verdaderos cifrados, y descifrados, de la vida misma (esa gran desconocida).
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo (Ortega y Gasset). Pienso que contribuyendo, fomentando, difundiendo la lectura de este libro, me beneficio a mí mismo, crezco, me formo, al reconocer mi propia cultura, mis propios valores, mis propios principios. ¡Qué fácil es defender, elogiar lo que verdadera y firmemente se cree!
Podría estar escribiendo páginas y páginas comentando las numerosas y valiosísimas joyas que posee esta obra de arte, o tal vez, las luces que se encendieron en mi, con la hermosa lectura de “Mujeres con gafas de luna”, pero me resigno con una triste página, que sigue creciendo, convencido de que “Toda palabra dice algo más de lo que debiera y también menos de lo que debiera expresar” (Ortega y Gasset)
Qué triste y miserable es un pueblo, que no reconoce a las personas que luchan por sus bienes o acervo cultural. Creo que ya lo decía Nietzsche o Napoleón (no me hagan mucho caso) “La grandeza de un pueblo, no está tanto, en tener hombres y mujeres fuertes que luchen y defiendan su identidad, sino en que sus gentes sepan reconocerlas, estimarlas y seguirlas.”

Cesar Mesa


La Candelaria de Adeje

                                                                                                  Fernando Herráiz Sánchez.                 ...

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